Capítulo 28🥀

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Willow

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Willow

Me miran como si fuera un ser de otro mundo y no puedo evitar hacer lo mismo. Una mujer idéntica a Galina me mira con una ceja enarcada y una sonrisa. No parece tan seria como su hermana. Hasta podría decir que es la única que se alegra de verme sin conocerme. Es sumamente incomodo que sus miradas me taladren como si no supieran de donde he salido.

Es que ni siquiera yo, ante estos seres que parecen dioses, sé de qué mierdero he podido salir.

—Hijo, es bueno verte—el hombre lo saluda y se palmean las espaldas de esa forma que se suelen saludar los hombres.

Ni un abrazo y un te extraño como cualquier familiar normal. Aunque son una familia de mafiosos algo de amor debe de haber. Pero que puedo esperar de esta gente que ni conozco.

—Debes ser Willow—una chica pelinegra me mira frunciendo la nariz. Es bajita delante mí y eso es decir mucho, sin embargo, tiene una presencia tan fuerte que me es imposible dudar de donde estoy parada.

Luego de susurrarle el padre Volkov algunas palabras a su hijo en el oído, clava su mirada en mi mostrándome esos ojos gatunos que solo el hijo mayor saco. Es que son dos gotas de agua. Casi mismo alto, la misma mandíbula bien definida y ese aire de soy el dueño del mundo que lo llevan más elevado que los demás integrantes.

Casi me meo en los pantalones al escuchar la voz engañosamente dulce de la señora Volkova hace un instante. Gracias al cielo Natalya desvió su atención de mí, más sin embargo, no me he podido librar del todo porque de vez en cuando me echa el ojo y la chica frente a mi lleva una pinta de me vale verga todo que sinceramente no sé cuál de las dos es peor.

—Sí, esa soy ella—respondo y carraspeo cuando mi voz sale grumosa.

Me mira de arriba abajo sin ningún tipo de tapujos a la hora de mostrarme que estaba analizando mi valía. Me sentí como una tonta al verlos tan cómodos en su elemento cuando yo parecía tan fuera de lugar con todos estos harapos encima. Pero ni hablar. No me quitaría ni una media en medio de este brisero que hace aquí arriba que esta que pela.

La nena de no más que algunos dieciséis frunce los labios y algo me dice que esta chiquilla es Annika.

—Haber cuánto duras en esta casa de locos—dice y explota la bomba de un chicle que mastica perezosa—hay que tener las bolas bien puestas para esto y te deseo suerte si al final llegas, aunque sea a sobrevivir en una cena con todos reunidos.

Tiemblo.

Ya no estoy tan segura de sí es por el puto frio o por la amenaza que conlleva estar metida en una cueva con una jauría de leones. Mira que, si Alexey me engaño con el matrimonio, no dudo que terminara trayéndome a una trampa segura con su familia para mostrarme un poco de quien es. Es no es algo que yo no pondría en duda a estas alturas.

El clon de Galina se acerca y frota el brazo de la listilla mastica chicle frente a mí. Aunque no se ve tan gusto con el toque, tampoco se resiste. Tal parece que es cosa de la gente de la Bratva el que no le toquen, pienso, mientras recuerdo como Alexei se ponía cuando lo hacía.

El Contrato ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora