Capítulo 20

99 9 4
                                    

Salimos de la habitación y nos metemos de nuevo en el gran edificio. La verdad es que me siento un poco intimidado al ser el único que se ha quitado la máscara...

Uno de ellos abre una de las grandes puertas, la que siempre que entramos están reunidos o cenando. Cuando abre la puerta del todo, veo a las mismas personas (todavía no identificadas a todas ya que son bastantes) pero, cuando me miran, empiezan a aplaudir; algunos, además, silban y otros me miran con sorpresa. Miro de izquierda a derecha dos veces, enarcando una de mis cejas a causa de la extraña situación. Miro para los dos chicos con los que he hecho la prueba, y también están aplaudiendo, con la máscara quitada.

Cuando cesa un poco lo aplausos, murmuro algo a mí mismo pero, cuando cesa totalmente, respiro hondo.

-¿Qué me he perdido?-pregunto, buscando con la mirada a alguien que me pueda responder

-¿Enserio estás preguntando eso?-pregunta uno de ellos a lo lejos, por lo que no le puedo ver bien a causa de toda la gente de delante

-¡Tu prueba ha estado fantástica, Rubén!-dice alguien al lado mía. Miro para la derecha, viendo al chico de color sonreír

-¿Lo...? Lo habéis visto-comento algo obvio, pero para mí mismo, de nuevo-¿cómo?

La gente se aparta; algunos se ponen para la pared de la izquierda y otros en la pared de la derecha. Miro para el frente, viendo como un proyector emite en donde está el escenario a la chica en una sala oscura, solo para poder ver a ella con unos cascos y como está tocando unos botones.

Entonces ella mira como para donde estamos y, por una vez en el poco tiempo que la conozco, veo su sonrisa al completo. Empieza a aplaudir, haciendo que todos lo vuelvan a hacer, pero cesa al poco, haciendo que la imagen del proyector se apague.


(...)


La chica viene a la sala diez minutos más tarde, tiempo que maté hablando con algunos soldados, tantos conocidos desde estos días, como nuevos. Justo cuando viene a la gran sala, se acerca a nosotros y, cuando llega y la miro, pones los brazos en su cintura.

-Tenemos que irnos

Asiento y la sigo hasta el final de la gran sala. Voy en dirección para mi habitación, pero al no escuchar más paso a parte de los míos, me paro y miro para atrás. La chica está parada al lado de la puerta, mirando a un punto fijo.

-¿Vamos?-pregunto, extrañado

Ella sale de su punto fijo y me mira, haciendo una mueca, intentando sonreír.

-¿Estás cansado?-pregunta segundos después

-La verdad es que no, ¿por qué?

-Te quería enseñar un lugar, sí quieres, por supuesto

En su voz se nota nerviosismo, expresión que, al igual que la sonrisa completa, no la había notado ni visto nunca.

-Claro-sonrío

Me hace un gesto para que la siga. Salimos del edificio y pasamos en silencio por un montón de lugares parecidos a donde he hecho algunas de la pruebas. Llegamos a donde tuve que carga los libros para arriba y luego para abajo, pero no adentramos entre lo árboles. Después de bastante tiempo andando, llegamos al final de todos esos árboles, viendo la misma colina donde cargué los libros de defensa, sabiendo que no es el mismo sitio por algunas cosas que no son iguales al del otro lado.

Seguimos andando un poco más hasta que ella para en una parte de allí, donde se diferencia en el suelo que han escavado alguien. Sigue sin hablar, mirando ese trozo de suelo.

-¿Qué pasa aq...

-Mi padre-me interrumpe, en una expresión neutra

Miro para todos los lados, intentando buscar a su padre, pero al ver que no estaba allí y ella está mirando el suelo, la miro triste.

-Lo siento...

-Nunca lo llegué a conocer-ladea la cabeza, sin dejar de mirar donde está enterrado su padre-cuando tenía uso de razón he vivido aquí con el Jefe, que también lo considero mi padre. Cuando pregunté por mi familia, me dijo que mis bisabuelos murieron en la guerra, mis abuelos y mi madre no se sabe que llegaron a ser de ellos y mi padre murió cuando tenía dos años, en una lucha bastante complicada contra el otro bando, lo incineraron y lo metieron aquí-me mira-él era como todos aquí y, al informarme de todo sobre ellos, quise educarme como se educó él y defender a las personas de los culpables

-¿Nunca has vivido en ''el exterior''?-pregunto sorprendido, con un dolor en el pecho

-No, ni tampoco me interesa-se encoge de hombros-te cuento esto porque hoy me he sentido muy orgullosa de ti. Yo solamente tenía botones para poder comunicarme contigo y con el resto, tú lo has hecho todo y lo has logrado en una semana-se da un cuarto de vuelta, poniéndose frente a mí-quiero que trabajes muy duro, más duro que como lo estás haciendo ahora y que nunca te maten, porque habrá personas que te quieran en este mundo y no hay derecho de quitarle la vida a nadie

Sin pensarlo y antes de que sus ojos (ya vidriosos) empiecen a llorar, la abrazo sin pensar en que su aspecto de dura pueda volver y me pegue. Pero ella pone los brazos en mi espalda, correspondiendo el abrazo.

-Te conozco desde hace una semana y todavía podríamos ser desconocidos, pero me has salvado la vida y me estás ayudando a salvarme completamente. El que está orgulloso aquí soy yo, de ti

Se separa de mí y se quita rápidamente las lágrimas que se le ha escapado.

-Esto se ha vuelto tan raro-comenta en una pequeña carcajada, a lo que yo también río

El viento empieza a soplar un poco, notando el fresco y como se me eriza el velo de los brazos.

-Será mejor que nos vayamos. Ya mismo anochece

Asiento y empezamos a andar, en dirección a los árboles. Cuando llegamos de nuevo al monte donde cargué los libros, me paro, haciendo que ella se pare.

-Ahora que nos hemos dicho cosas bonitas el uno al otro, ¿te puedo preguntar algo?-se encoge de hombros-¿cómo te llamas? siempre te he dicho ''la chica'', pero nunca te he llegado a preguntar

-Me llamo Segunda-responde, haciendo una línea con sus labio y empezando a andar. La alcanzo y andamos la misma velocidad

-¿Ese nombre existe?-pregunto curioso

-Sí. Viene de latín-me mira para luego volver mirar al frente-pero si quieres me puedes llamar la chica si te has costumbrado

-¿Te gusta tu nombre?

-¡Claro que me gusta!-ríe-y si no fuera así no te le diría, lo utilizarías para hacerme rabiar

-Ya me vas conociendo un poquitín-río-¿y cuántos años tienes?

-¿Esto es un interrogatorio?-pregunta divertida

-No, es una pregunta-digo obvio

-Casi 18

-¡Pero si eres una enana!

Ella se para, con su rostro serio. Ha vuelto.

-No es que sea pequeña, es solo que tú eres como un edificio de alto. Se cruza de brazos

-Supongo que me merezco ese comentario-digo, tocando mi cuello

Ella me mira y, aunque mantiene su rostro serio, sonríe y empieza a andar de nuevo. La sigo, ya casi llegando al edificio.


twitter: @ImperfectNovels

Esto no es un videojuego {Elrubius}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora