Ilusa, ilusionada.

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En la lluvia de la ducha me he empapado para hacer sequia las tormentas de mi cabeza,
Cuando estás enjaulado en ella, centellea, truena y relampaguea;
Porque salgas y me entres de nuevo al cuerpo por las venas directo al corazón,
El corazón latiente fiel a mi cuerpo es mío y permanece,
Pero aquel que siente abandona mi pecho contigo cuando tú lo haces,
Ingrato, insensato, no es a mí a quien pertenece,

Cuento gotas en la regadera como en las noches solitarias las estrellas,
Para no contar sin ti los segundos que se hacen minutos y se sienten horas,
Se siente todo contigo y la nada sin ti,
Vuelve, quedate y aunque te vayas de aquí no te vayas jamás de mí,
Ya te has ido antes, con tu cuerpo de pie a un lado del mío,
Hemos roto nuestros lazos conmigo entre tus brazos, sentada en tu regazo,
Contigo a milímetros, y tus dulces besos consumiendo la amargura en mis labios,
Cuerpo a cuerpo, cara a cara, del otro no nos parecía nada,
Y ahora, paralelos, sin tocarnos, somos cómplices en la unión de las miradas y el intercambio de palabras,
El éxtasis de nosotros desbordándonos entre ríos bajo las sabanas es poco frente a esto,
La pasión verdadera la he sentido en tus labios, no en su toque tibio y suave, sino en sus articulaciones,
Es el calor de tu espíritu el combustible que me enciende y me apaga,
Por ti he vivido tanto cómo por ti moriría, mi alma, mi llama gemela,
Me he visto mil tiempos a tu lado, dejando el vestido rojo por el blanco y largo,

En relaciones a distancia, cómo todos los mundanos, fracasamos,
Frágiles, cómo el calor de dos cuerpos amándose entre Estocolmo y Francia,
Estábamos de polo a polo, separados por distancias medidas en peleas y negligencias,
Siempre cuerpo a cuerpo, nunca lado a lado.

Los versos de un corazón cautivadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora