En aquel bosque atrapado entre las cordilleras,
Cuyas voces conspiran acorde a la naturaleza,
Las camas están hechas de tierra y hojas,
Y el grito más fuerte ni siquiera suena,Al pie del arroyo con sed de tus labios me bebo tus besos,
Me refrescan tu aroma, tu aliento,
Reducen al vendaval a céfiro, a viento ligero,Descienden las temperaturas,
Y no se necesitan frazadas ni fogatas,
Me arropan tus brazos, me entibia tu cuerpo,En el césped cansada y con sueño,
Hago mi almohada tu pecho y me acurruco en tu cuello,
Entonces sostienes mi mano y me dices «te quiero».
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Los versos de un corazón cautivado
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