06

321 47 7
                                    

A la mañana siguiente, Eyra y Niells miraban duramente al lacayo que había aparecido de la nada misma. Como ellos tenían otras modalidades, Aren no pudo desayunar con Emmeline, y lo hizo con los demás criados, lacayos y guardaespaldas en un salón alejado.

—¿Por qué estás tan tenso? —Cadie le preguntó mientras tomaba el té.

—No me gusta dejarla sola, eso es todo.

El hombre que solía hacer vigilancia de los exteriores de la mansión, miró de reojo a Aren.

—¿Qué le debes que eres tan servicial, chico?

No respondió.

—No te avergüences, yo estoy aquí porque mi hijo menor se endeudó con el señor de la casa.

—Ella me curó. —Murmuró mirando su desayuno. —En 1348, en la guerra, me encontró muriendo en una fosa y me curó.

—¿Le estás sirviendo desde 1348? —Cadie se llevó una mano a su boca, sorprendida.

—Desde 1349, me tomó un año de recuperación.

Todos se miraron entre sí, los criados generalmente eran personas que en la antigüedad habían rescatado o comprado cuando la venta de esclavos era cosas normales entre las personas adineradas.

Tras los siglos, avances y más, siempre estaban acostumbrados en la gran mansión a ver los mismos rostros al cuales pasaban siglos unidos. Sin embargo, pocas veces podían ver a los criados y lacayos de Emmeline.

Muchos habían recorrido el rumor de que Emmeline trataba muy distinto a sus inferiores a como trataba Niells y Eyra, muchos habían intentado impresionarla con sus servicios para así poder llamar su atención y ser solicitados por ella, pero jamás nadie había tenido éxito. Por lo que en la gran mansión le tenían entre envidia y respeto a los que son de su propiedad.

—Yo sería igual si la tuviese. —Murmuró el hombre. —¿Es verdad como trata a Emmeline es muy distinto de como tratan aquí?

—Si, Emmeline trata con gentileza.

—Woah.

Eyra y Niells no eran villanos que tratasen muy mal a su personal, pero eran fríos y no conversaban y el aburrimiento reinaba por cada muro. Niells exigía mucho orden y silencio. Emmeline simplemente pedía calma, si los demás hablaban o se sentaban con ella a desayunar, no le molestaría.

Cadie miró decidida a Aren.

—¿No crees que todos estos años ya han sido suficientes para pagar lo que hizo por ti?

—Quizá, pero me he encariñado.

Cadie, se puso pálida.

—¿Te has enamorado de tu ama?

—No es un pecado. —Murmuró apenado.

—¡Claro que sí! No son compatibles.

—Cadie. —Otra criada intervino. —No seas descortés.

Ella sacudió la cabeza, muy segura de que tenía razón, pero no le dijo nada más.

Aren volvió a centrarse en terminar su desayuno rápido, sintiendo un amargo sabor en la boca.

Luego del desayuno, Emmeline se despidió de sus padres. Eyra la llenó de besos pidiéndole que vuelva a visitarla pronto dado que se aburría mucho con su esposo. Niells, que debía soportar los constantes comentarios de su esposa llamándolo insípido prefirió ignorarla y saludar a su hija, asegurándole que pronto el mejor lacayo del mundo sería enviado. Aren, escuchando sus palabras, se había puesto tenso de solo imaginarlo.

La Reina de los Caídos [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora