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Antes

Un día Emmeline se había sentido terrible. Sudaba en frío, tenía palpitaciones irregulares y se sofocaba con el aire que le brindaba el abanico. Su piel se erizaba sin motivo alguno y sentía varios escalofríos que la hacían contraerse.

Pero eso no era algo que la detuviese. Cuando la campana sonó y el mayordomo le indicó que había visitas, Emmeline mantuvo su figura con cara de póquer en todo momento, no mostrando su debilidad humana.

«¿Justo ahora tenía que enfermarme?» pensaba. «Que poco conveniente.»

Al atravesar las puertas que llegaban al techo de la majestuosa mansión Bonde, notó a tres personas sentadas en el salón vestidas totalmente de blanco con grandes túnicas y capas con bordados elegantes de oro.

El mayordomo se retiró al mismo tiempo que Emmeline entró al salón y poco tiempo después ella siguió avanzando hasta sentarse en la mesa.

—Caballeros. —Saludó cordialmente con un movimiento con la cabeza.

Al sentarse, vio de reojo sus aspectos, los tres invitados no eran nada más y nadie menos que humanos iluminados, básicamente personas de alto poder en la iglesia.

—Señorita. —Saludó el hombre. —Nos complace que haya aceptado nuestro recibimiento.

Emmeline mantuvo el rostro inexpresivo cuando observó fijamente los rostros ajenos.

—Veo que me conocen. No es mutuo, que pena.

—Nos presentamos. Soy el actual papa de la iglesia católica, Joel Thomas Ranxel. Ellos son mis concejales, Tristan West y Rajoy Zukerman.

«Con razón.» pensó.

—Ya veo… ¿Qué hace el jefe de estado y sus concejales en mi hogar? No son tierras bendecidas.

Se sentó manteniéndose tranquila, pero al moverse los mareos hacían que se sintiese enferma.

—He sido bendecido con la palabra de Dios, Eva.

—…

—Tras varios siglos de paz donde el todopoderoso ha perdonado tu traición dado a tu buen comportamiento en el reino humano, desea brindarte un regalo. Un arreglo a tu destruida reputación entre lo celestial. Una unión con la familia White.

Emmeline alzó sus cejas al aire, aunque seguía manteniendo un aspecto aburrido.

—¿Mi castigo no fue suficiente y ahora desea casarme con un iluminado?

—Haakon White es un iluminado ejemplar. Combatiente y sobreviviente en la guerra con honores por haber salvado a su grupo de soldados desactivando ágilmente una mina. Soldado retirado, con una fé fuerte y firme, inigualable. Dios le agradeció su firmeza bendiciéndolo.

—Ya veo. —Emmeline sonrió levemente, orgullosa. —¿Qué pecado ha hecho Lucifer ahora? De seguro hizo algo y eso alertó a nuestro creador. Aunque, sinceramente, me molesta ser la que recibe las advertencias y castigos ajenos siendo que Lucifer me olvidó eones atrás.

—Los demonios de Lucifer suelen escaparse con regularidad. —Confiesa. —Mis compañeros practican exorcismos, pero no todos sobreviven a tanta maldad.

Emmeline pensó en lo que significaba. Lucifer no iba a ocasionarlo intencionalmente dado que estaba lejos de querer una guerra, sin embargo, si no podía controlar a sus demonios y se le escapaban era porque el reino comenzaba a quedarle grande. Todo reino necesita un rey y una reina, un equipo. Pero ahora solo estaba él.

Emmeline sintió un escalofrío recorrerle.

—Lucifer coronará a alguien Reina —Concluyó.

La Reina de los Caídos [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora