La tormenta comenzaría pronto pero Emmeline estaba desesperada de encontrar a sus bestias que, no aparecían por ningún lado. Lucifer, lleno de incógnitas la seguía, asqueado sintiendo la arena colarse en sus zapatos y dentro de las vendas de su camisa. Las gotas comenzaron a caer levemente sobre ellos y eso hizo que el corazón de Emmeline latiera más rápido, de forma severa.
—¡Bestias!
Nadie aparecía y eso comenzaba a generarle mil escenarios en su cabeza de los escenarios atroces que pudieron sucederle.
La lluvia torrencial cayó con fuerza bajo ellos y la oportunidad de irse se fue en el aire. Lucifer se detuvo mirando el cielo. Nunca llovía en los desiertos, pero ahora sí. Vaya suerte.
—¡Todo esto es tu culpa! —Emmeline, ya con el cabello empapado, se giró hacia él. —¡Maldita sea! ¿Por qué has traído a las bestias aquí también?
—¡Ellos quisieron!
—¡Eres quien arma el portal, puedes decidir si van o no!
—¿Tú cómo…? —Sacudió la cabeza. —Esto es tu culpa, si nos hubiésemos ido antes de que la lluvia comience, no estaríamos atrapados en esta tormenta! ¡Mi fuego no supera al agua de Dios!
—No, es culpa tuya. —Con su dedo acusador le apuntó el pecho, furiosa. —Mierda, es todo tu culpa.
Parecían dos cavernícolas gritándose bajo la lluvia.
—Insultar es pecado.
—¡Me da igual! —Se giró llevándose las manos a la cabeza. —Perdí a mis bestias en un desierto por tu culpa, ¿No te cansas de arruinar mi vida?
—¡No hables como si fuese la culpable de todas tus desgraciadas! Apenas te conozco.
—¡Abre tus ojos, Lucifer, esas bestias me las regalaste tú! ¡Soy yo, joder, soy yo, recuérdame!
Entre la tormenta que los empapada como si fuesen… nada. Las dos almas perdidas y agobiadas se miraban entre sí, con mucha historia detrás, pero ninguno siendo capaz de enfrentarlo. Lucifer la sitio mirando fijamente, cada parte de su rostro le era desconocido y no entendía como pudo haberla conocido con anterioridad y olvidarla.
Esas bestias eran únicas, de otra dimensión, por lo que evidentemente no se las daría a cualquier chica común y corriente.
—Te lo explicaré todo, pero por favor, encuentra a mis bestias.
—¿Por qué lo haría? —Su rostro se volvió sombrío. —Me has mentido bajo esa mascarita de cordero guiado por la luz.
—¡Son tus bestias también! —Se irritó. —¡También debes preocuparte por ellos!
—A mi me dan igual.
—No voy a poder encontrarlos sin ti, por favor…
—No.
—¡Lucifer!
—Odio las mentiras, y estas repleta de ellas. ¿Por qué te di un regalo tan valioso y no me acuerdo? No, mejor, ¿Por qué ni siquiera me acuerdo de ti?
Emmeline no respondió.
—Bien, busca por el desierto a tus bestias sola.
Desde que lo conoció sentía que él la hacía sentir cosas inimaginables, pero cuando se giró para irse, solo pudo sentir un grave agujero en su pecho.
—Te daré el talismán. —Sus palabras hicieron que se detuviera. —Pero ayúdame.
Lucifer miró el cielo, sintiéndose traicionado.
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La Reina de los Caídos [COMPLETA]
FantasyCuando Lucifer es desterrado por segunda vez, está ocasión siendo desterrado de su propio reino, cae en el reino mundano de su padre donde promete paz a cambio de que le permitan curar sus heridas allí para poder retomar fuerzas e ir a la guerra par...