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Una oleada de asombro y pánico le recorrió cuando Lucifer cayó al suelo como si se hubiese muerto de repente. Emmeline rápidamente se acercó arrodillándose a su lado y le quitó los mechones de su cabello de su rostro para examinarlo.

Emitió un doloroso quejido.

—¿Qué le duele?

—Nada.

Se intentó mover para ponerse de pie, pero otro punto se abre y él se curva del dolor haciendo que Emmeline lo tenga que sostener de los hombros.

Y entonces, Emmeline nota como su camisa se empezaba a manchar de rojo. Levanta el dobladillo para verlo y gime del susto y horror tras ver sus enormes heridas.

En la espalda tenía enormes cortes hechos con látigos que aún dejaban su piel desgarrada dejando ver su carne cruda. En el torso tenía golpes y cortes al cuales estaban cocidos de forma muy ordinaria.

La sangre le estaba manchando las vendas a tal punto de traspasarlas y manchar su camisa, a su vez, también se retorcía de dolor. Pudo reconocer rápidamente que había muchos cortes infectándose.

Emmeline se puso de pie rápidamente y fue hacia su cama, cogió unas almohadas y mantas para luego ponérselas aún tirado en el suelo. Caminó hacia el baño para buscar el botiquín y al encontrarlo regresa arrodillándose nuevamente.

—Estas heridas no se le curarán en el reino mundano. —Murmuró, comenzando a sacarle las vendas sucias. —Debe volver a su reino.

Lucifer no permitió la humillación de estar tirado en el suelo, pese a que Emmeline le había cubierto y también colocado almohadas, se sentó en el suelo llevándose una mano a su vientre intentando apaciguar el dolor.

—Si se queda quieto lo puedo curar.

—No hace falta.

Se puso de pie, como si nada, tragándose el doloroso dolor que le trasmitía sus heridas abiertas.

Emmeline, aún de rodillas, vio la sangre que había dejado en la alfombra.

—Lo quiero curar.

—No hace falta. —Repitió molesto.

—El inmaduro rey debe de superar el hecho de que necesita ayuda. ¿Esas heridas han sido cocidas por sí mismo?

—No. Mis demonios me ayudan, para algo los cree.

—Lamento desilusionarlo, pero sus demonios han hecho un pésimo trabajo.

—Claro que sí, después de todo, cree demonios para hacer caos no para hacer de enfermeros.

Emmeline presionó los labios.

—Te has transformado para llegar aquí y eso causa que tus heridas empeoren. ¿Por qué es tan imprudente?

—¿Disculpa?

Y entonces Emmeline, cerró su boca rápidamente, dándose cuenta de su error.

—Si quiere puedo curarlo, pero si no quiere, entonces no tiene nada que hacer en mi habitación.

—No, no, ¿Qué has dicho sobre mis transformaciones?

Rara vez alguien conocía de los poderes de Lucifer, él tenía la capacidad de transformarse en cualquier animal en cuestión de segundos, logrando que así pueda tener acceso a cualquier lugar sin que nadie se inmute. No obstante, no le gustaba revelar su poder porque entonces sabrían que precauciones tomar y eso le quitaba la ventaja.

Pero Emmeline, que solo habían hablado dos o tres veces, ya lo sabía, al igual que sabía sus anteriores movimientos con los encantos.

—Tú…

La Reina de los Caídos [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora