Los Nuevos Elegidos

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En cuanto pusieron un pie dentro del templo, todos se quedaron aún más sorprendidos de cómo era por dentro: el pasillo de entrada estaba flanqueado por estatuas de dragones, el piso estaba cubierto de cerámica a cuadros blancos y negros, y después de que caminaron un poco, comenzaron a ver piedras preciosas brillando en seis colores: azul, rojo, verde, amarillo, blanco y negro; incrustadas en algunos de los muros y columnas, las cuales decoraban el mármol blanco con su resplandor. La luz del sol también se filtraba por las ventanas que estaban puestas a lo largo de la estructura.

- "Este templo es aún más maravilloso de lo que pensé..." - dijo Miroku con una voz que indicaba que estaba por desmayarse de la impresión.

- "Es muy hermoso..." - dijo Kagome tomando a Inuyasha de la mano, haciéndolo sonrojar.

- "Kagome..." - dijo él mientras miraba alrededor para asegurarse de que nadie lo estuviera viendo.

- "Gerar..." - dijo Gabriela - "¿Este lugar es lo que creo que es?" -

- "Creo que sí, Gaby" - respondió Gerardo.

- "Por cierto, ahora que lo pienso... Nuestros países hablan lenguas completamente distintas, ¿cierto?"- dijo Kagome - "Entonces, ¿cómo es que podemos entedernos del modo que lo hacemos ahora sin problemas?" -

- "Tal vez sea por alguna clase de magia" - dijo Gerardo encogiéndose de hombros - "De otro modo, no creo que pudiésemos entender lo que el otro dice..."-

Continuaron caminado por el pasillo hasta que llegaron a la sala central del templo: era una sala circular enorme y hermosa, con un techo en forma de domo tan alto que era díficil de ver. También tenía varias puertas que llevaban a otras salas, cada una de las cuales tenía un símbolo sobre sí: una gota de agua azul, una flama roja, una piedra agrietada amarilla, un remolino verde, una esfera blanca, una esfera negra, un trueno púrpura, una hoja verde, un copo de nieve azul claro, un sol anaranjado, una luna creciente plateada y una estrella dorada de cuatro puntas.

También habían estatuas alrededor, pero estas tenían la forma de hombres y mujeres vestidos con armaduras similares a la que Gerardo había llevado en la batalla con Sesshomaru: parecían armaduras de caballero típicas, pero con cascos con forma de cabeza de dragón y alas en la espalda.
Todas las estatuas mostraban la misma expresión solemne en sus rostros y portaban armas diferentes en sus manos: espadas, lanzas, naginatas, arcos, jabalinas, bos, cuchillas, cetros, escudos; entre otras. En el centro de la sala habían dos juegos de escaleras que llevaban a un gran altar que tenía la forma del emblema hexagonal que habían visto tallado sobre la entrada del templo, el cual estaba suspendido sobre una gran pila llena de agua cristalina. Detrás del altar, había también una ventana con un vitral que mostraba a una chica vestida de blanco cantando en frente de seis dragones.

También habían varios emblemas hexagonales con un dragón levantando el vuelo y rugiendo en su interior dibujados en varias partes de la sala. El lugar completo era iluminado por la luz del sol debido a que el domo era transparente, al igual que también habían varias lámparas que parecían estar hechas de cristal emitiendo una luz blanca.

Continuaron parados en la entrada de la sala, admirando su belleza y magnificencia, hasta que...

- "Bien... ¿Ya terminaron de admirar el lugar?" - preguntó una voz.

Todos se sobresaltaron y cuando miraron en la dirección de la que provenía la voz, notaron que un dragón brillante volaba hacia ellos, pero era verde en vez de azul en esta ocasión.

Entrelazado de DestinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora