Capítulo 9

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— ¿¡Que la madre de Jeremy te pidió qué!?

Me siento sobre la silla de mi escritorio y enciendo mi computadora al mismo tiempo que me acomodo en teléfono entre mi oreja y mi hombro.

—Sé que suena loco y aún sabiendo que el año pasado no hubo fiesta, pero no podía decirle que no.

—Lenny, respóndeme una pregunta: ¿Alguna vez organizaste una fiesta? —Frunzo el ceño un poco ofendida.

—No, pero no creo que sea tan difícil, además la señora Lynch prometió que haríamos esto juntas, y yo confío en ella.

Olivia guarda silencio al otro lado de la línea. Ingreso al documento de Word donde tengo algunas traducciones sin terminar, abro otro documento donde anotaré todo lo referido a la fiesta de Navidad de la señora Lynch.

—Es increíble como hace un año estaban pasando por el duelo de la muerte de Jimmy y hoy tú organizarás la fiesta.

Suspiro.

—Yo tampoco puedo creerlo. La señora Lynch mencionó algo sobre dedicarle la fiesta a Jeremy, y por lo que he visto de las decoraciones y los bocadillos, le hará honor a su hijo.

—Entonces no hay mejor persona que tú para organizar esa fiesta —sonrío a pesar de que ella no puede verme —. ¿Estoy en la lista de invitados?

Ruedo los ojos.

Sabía que iba a preguntarlo.

—Sabes que sí, incluso la señora Lynch me dijo que si quería invitar a alguien más, era libre de hacerlo.

— ¿Invitarás a Harry? —Cuestiona de inmediato.

Por alguna extraña razón una sonrisa se desliza sobre mi rostro al escuchar su nombre.

—Apenas y lo conozco, Liv, además no sé si le gustaría asistir a una fiesta como las de la señora Lynch.

—Si tú estás ahí, estoy segura que le interesará ir. Además, te invitó al cumpleaños de su sobrina, yo creo que ya se conocen lo suficiente.

Ruedo los ojos mientras tecleo algunas cosas sobre la computadora.

—Si eso te consuela.

—Estaba pensando decirle a Claire que viniera, es mejor que a que pase sola las fiestas en el apartamento con una botella de vino y con Jean medio desnudo en nuestro sofá.

— ¿Jean? ¿El mismo Jean al que mandó al diablo hace semanas? —Puedo percibir la gracia que le hace la situación.

—Es una larga historia.

—Luego me cuentas esa historia.

Terminamos de hablar un poco más, al cabo de unos minutos después ella cuelga excusándose con su trabajo. Yo hago lo mismo y luego de organizar todo el itinerario de la fiesta de la señora Lynch, reviso algunas de las traducciones que tengo pendientes.

Así pasó alrededor de una hora, hasta que mi teléfono suena con una llamada entrante de Claire.

—Justo la persona con la que quería hablar.

—Soy indispensable, lo sé —bromea —. Quiero detalles de la cita con el británico sexy.

Ruedo los ojos al mismo tiempo que cierro mi computadora.

Suficiente trabajo para estar de vacaciones.

—Deja de llamarlo así.

— ¿Cómo quieres que le diga? Puede que ustedes los británicos sean muy correctos, pero aquí en Francia se habla lo que se piensa, ma cherié —río sabiendo que no hay ninguna falla en su lógica.

Luz de NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora