𝑨𝒄𝒕𝒐 𝑰𝑽

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—Lo llevaré a casa ahora mismo

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—Lo llevaré a casa ahora mismo.— sujeto el brazo de venti mientras lo aguanto de su cadera— Es un dolor de cabezas.

— Ten cuidado, bebiste demasiado.

— Estoy bien.— me tambaleo un poco.

— Déjame beber más Nadia.— habla venti borracho.

— Nos vamos a casa.— me dirijo a venti y miro a diluc seguido— Gracias por ayudarnos, ya me voy.— comienzo a caminar.

— Adiós.

Venti en todo el camino no dejaba de hablar tonterías, yo intentaba no caerme. Había bebido mucho también. Miro hacía atrás sintiendo a alguien allí, no había nada. Venti camina hasta una puerta y la toca.

— Ya llegamos.— afirma apoyándose de la pared.

— E-esa no es mi casa.— antes de irnos la puerta es abierta.

— ¿Nadia?— observo a la pequeña niña rubia— ¿Que haces a esta hora?

— Klee.

— ¿Klee que sucede? No puedes salir a esta hora.— aparece alguien atrás de klee, se me agita el pecho de tan solo verlo.

— A-albedo— me mira de arriba hacia abajo y luego a venti.

— ¿Estás borracha?— asiento sin darme cuenta. Albedo toma mi mano y klee ayuda a venti a parase del suelo. Venti se queda en el sillón hablando con klee mientras Albedo me guía a una habitación.

— Tengo que ir a mi casa.— sujeta mi mano con fuerza.

— Es muy tarde para eso. Duerme aquí y mañana regresas.— abre una puerta y me suelta.

— Quiero quitarme está ropa.— desabrocho los botones de mi camisa y observo a Albedo mirándome.

— No tienes más ropa. Buscaré algo que te sirva.— se marcha y suspiro tocando mi rabo. Me siento en la cama.

— Encontré esto.— me apresuro a ocultarlo casi con el alma en la boca— Toma, cámbiate. Veré qué hace klee.— nuevamente se marcha, dejando la puerta cerrada.

Sin saber que hacer me comienzo a quitar la ropa. Veo la ropa en mis manos. Coloco la camisa por mis brazos para pasarla por mi cabeza, luego me pongo un pantalón corto debajo. La camisa era tan larga que cubría el pantalón. Solo sé que ese olor me resultaba familiar, me daban mariposas de solo pensarlo. Me dejo el cabello suelto, no sin antes ponerlo detrás de mi oreja. Abro la puerta y miro de lado a lado pasando por dónde caminamos antes.

— ¿Venti?— llamo un poco suave.

— Se acaba de dormir.— aparece klee por una esquina— Tú deberías hacer lo mismo.

— ¿Dónde está Albedo?— pregunto rápidamente.

— En su estudio.— contesta con una sonrisa— Él siempre está allí. Bueno, iré a dormir.— bosteza y se va.

In the dustDonde viven las historias. Descúbrelo ahora