𝑨𝒄𝒕𝒐 𝑿𝑰𝑽

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Estoy sola, sintiendo  defectos nuevamente y recogiendo el polvo quemado una vez más

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Estoy sola, sintiendo  defectos nuevamente y recogiendo el polvo quemado una vez más . Tenía todo el día para rondar en la cama, ya que no dormir fue opción para mí. No he podido pensar claramente,  mucho menos despejar la mente. No sé van y los sigo oyendo suplicando, me pierdo en el contexto de mis pensamientos. Pensé que mi corazón se sentía seguro para interpretar esa emoción con el consuelo de mi motivación. Está todo mal, empeorando como si de eso se tratara mi vida.

— Nunca note esas señales. El amor me cegó por locura y ahora pierdo mi afecto.— vuelvo a limpiarme las lágrimas por cuarta vez. Los ojos hinchados y mi voz casi ronca de chillar.

Si solo pudiera cerrar los ojos y imaginar una vida feliz. Ya no es tan fácil como se dice, la vida no es un color rosita ni mucho menos llena de arcoíris. Se torna gris como una pesadilla aterradora que enfrentar, y explota tu interior a cada toque.

— ¿Señorita?— tocan la puerta nuevamente— El desayuno está listo, por favor baje a comer algo.

No contesto, así que vuelve a tocar.

— Sé lo mucho que duele estar en esa posición, pero no comer no hará mejorar nada. Es difícil de aceptar y piensas todas las veces que quieres desaparecer,— su voz se rompe a mitad de verso— pero no haga que su esfuerzo valga poco valor.

Pongo mi cabeza en mis piernas y las mejillas se empapan con mis lágrimas. Me quiero ahogar en mis lamentos, pero hay una persona que se preocupa por mi y eso ya es suficiente para existir. Me levanto de la cama y abro con cuidado la puerta. Su cara de alivio cambia cuando me ve llorando y las ojeras que debo de tener.

— Muchas gracias por preocuparte por mi.— agarro sus manos y le sonrió con dulzura.

— Todos pasamos por eso.— su sonrisa calma mi alma en desgracia.

— La verdad es que si me muero de hambre.— carcajeo con suavidad.

Bajamos los escalones y ella hace que me sienta en la mesa. No espero mucho para que vuelva con mi comida. Puedo darme el lujo de llorar, pero nunca perderme una comida que me ayude a recuperar mi ánimo.

— La comida es lo mejor para estás ocasiones.— comento, comiendo y tragando despacio las frutas.

— Ya tan glotona de mañana.— veo a diluc verme con una sonrisa en su boca— Si te dejo creo que te comerías todo en un día.

— Oye, nunca subestimes mi super poder de comer.— le apunto con el cubierto cuando baja.

— ¿Ser gorda es un súper poder?— alzo una ceja y le tiro la cuchara.

— ¡No estoy gorda!— reclamo, y se escuchan risas en la sala.

— Bueno, entonces intenta no comerte todo.— pone mi cuchara en mi sitio y lo miro. Se sienta frente a mi y me detengo cuando como.

In the dustDonde viven las historias. Descúbrelo ahora