I.

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Aún no, aún no puedes nacer mi pequeño.

La dulce voz de aquella mujer susurraba conteniendo el dolor en su vientre.

Aún no.

Los Marines habían llegado a la pacifica isla de Baterilla. Y con ellos, el olor de la pólvora embarco en aquella tierra tropical.

- ¡No, por favor, no!- suplicaba una mujer llorando siendo arrastrada por los cabellos afuera de su hogar.

El Marine no emitió ningún sonido siguiendo con la tarea que le habían encomendado.

- ¡Por favor, no soy yo, no tengo nada que ver!- gritó la mujer pataleando desesperada mientras la tierra manchaba su vestido.

- ¡Deja a mi esposa y mi hijo, bastardo!- rugió un hombre saliendo por la puerta de la casa. Su rostro estaba lleno de hematomas mostrando que fue apaleado.

La mujer, en el suelo, con sus frágiles brazos cubría su vientre abultado.

- ¡Te lo ruego, deja a mi familia!- suplico el hombre con lágrimas bajando de sus ojos-. ¡No es a quien buscas! ¡Por favo-

¡Pump!

El hombre cayó inmóvil en el suelo con un orificio en su frente.

La mujer abrió su boca soltando un grito desgarrador al ver a su esposo tirado en el piso. Lloraba y pateleaba con fuerza tratando de liberarse del fuerte agarre de aquel marine.

¡Plaf!

Aquel golpe con la palma abierta destrozó el labio inferior de la mujer. La sangre descendió por su barbilla manchando aún más aquel vestido blanco.

- ¡Busquen a todas las mujeres embarazadas!-

La Marina había desembarcado en aquella isla solitaria acabando con su paz. La era de Roger había acabado, sin embargo, el peligro de un hijo suyo rondaba en el aire. El Rey de los Piratas había actuado de forma diferente el último año, y todo apuntaba a ese lugar, y a una posible amante.

La sangre de Roger debía de ser erradicada.

Las mujeres salían de sus hogares para ser inspeccionadas, y aquellas que se oponían, solo les restaba ser arrastradas de los cabellos afuera de sus casas.

La sangre no tardo en llegar.

Personas de carácter fuertes se resistían, contra personas cuya mano apretaba fácilmente el gatillo del arma.

Una situación aterradora. Imagina vivir en paz, dormir en tu cama, y que pronto tumben la puerta abajo sacando a tu madre, esposa, o hija de la casa violentamente.

- ¡Mamá! ¡Mamaaaá!-

Una pequeña niña se aferraba a la pierna de un marine impidiendo que se lleven a su madre.

Por toda la isla situaciones similares ocurrían en las casas donde una mujer se encontraba embarazada, o daba indicios de estarlo.

Una figura observaba todo desde lo lejos. La pequeña brisa agitaba su largo y ondulado cabello rubio fresa. Con el viento en escena, la flor rosada, reposada en sus finos mechones, bailaba con la brisa moviendo sus pétalos.

Su pequeña nariz se frunció levemente ante el dolor en su vientre. Las pecas en su rostro, tan pequeñas y hermosas a la vez, se arrugaron con aquel gesto.

- Aún no. Aún no puedes nacer- susurró la mujer del vestido largo y blanco.

Diez meses después. Baterilla.

No quedaba ninguna mujer embarazada. Y con aquello, la Marina partió del lugar dejando familias devastadas. La era de Roger había acabado, y la sangre de aquel demonio se había extinguido.

Voluntad Heredada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora