The only hope for me is you

Capítulo 18- Cosas de becarias

Se podría decir que siempre he sido algo torpe en el amor. He tenido mis altibajos, sí. Pero ¿quién no?

Hasta ahora, en todas las relaciones que he tenido, al principio era todo muy bonito y adorable. Eso estaba muy bien, pero llega un punto en que acaba y te das con la realidad en las narices.

La mayoría de veces era yo el que terminaba la relación porque tras esa etapa tan ñoña, descubría que la chica en realidad no valía la pena. Y cuando la ruptura venía de la otra parte era por lo mismo.

Así que dejémoslo en que no llegué a encontrar a alguien que me gustase y que yo le gustase al mismo tiempo.

Hasta ahora.

Con Gerard es todo tan… ¿Sencillo? Sí.

Puede que sea algo pronto para hablar, pero cómo no hacerlo.

No sé exactamente por qué. Quizás sea porque es la primera vez que estoy con otro hombre, y aunque este pensamiento a día de hoy aún hace que se me erice la piel, no me arrepiento de nada.

¿De qué me tendría que arrepentir?

¿De haber encontrado a alguien que me quiere y al que quiero? No.

¿De haberme arriesgado en algo tan complicado como el amor y salir ganando? No.

¿De probar cosas nuevas? No.

Tal vez estas preguntas ronden demasiado mi cabeza. Y es que, muy en el fondo sigo preocupado por el “qué dirán” pues aunque Mikey y Ray lo saben, lo aceptan y se alegran, el resto de la gente no son ni tu hermano ni tu mejor amigo.

El resto de mi ser me repite que es mi vida, que los demás me tendrían que dar igual. Pero la realidad es, a mi pesar, otra cosa. Y sé que nos podría traer más problemas de la cuenta porque a día de hoy, muchos siguen sin entender que el amor va más allá de tu género.

Por otro lado, ya dejamos claro en su momento que lo diríamos más adelante, pero… ¿Y si yo no estoy preparado? ¿Y si no lo está él? ¿Y si no lo está ninguno? ¿Y si nunca llegamos a estarlo?

Más preguntas. Esta vez sin respuesta.

Eso es mi cabeza.

Pero todo se calma en mi interior cuando estoy a su lado.

Con su sonrisa me dice que todo va a salir bien.

Con su mirada me hace ver que enfrentaremos lo que sea que depare el futuro.

Y con sus abrazos siento que todo lo anterior es cierto. Es entonces cuando encuentro respuesta a mis preguntas.

Me siento tan afortunado de tenerle. De saber que está ahí.

El que me tendió su mano a pesar de todo lo sucedido. El que me sacó del pozo. El que reprimió sus sentimientos por no dañarme, y el que al expresarlos me abrió su corazón, arriesgándose a que yo, el chico que vino para sacarle de su rutina de cretino, los destrozase. Es valiente.

Eso es para mí Gerard, una persona valiente.

Lo ha sido por él, por mí, y por los dos.

Me gustaría ser capaz de agradecerle todo lo que hizo y hace por mí algún día, pero a diferencia de él, no puedo decirlo en alto. No soy capaz.

Supongo que hasta que llegue ese día tendré que confiar en que él lo sabe. Yo por lo menos trato de demostrárselo lo mejor que puedo.

[…]

Es la tercera colilla que apago mientras le espero.

¿Dónde diablos se ha metido?