HONEY | Draco Malfoy

nine

POV: HONEY ILONA.

—No,—agitó la cabeza y me soltó la muñeca. Lo devolví a mi cuerpo y parpadeé ante él.

¿Está bromeando?

—¿Por qué?—Fruncí el ceño.

—Porque no quiero,—se encogió de hombros, cruzando los brazos sobre su amplio pecho.

—No puedo dejarla. Ella durará dos días sin mí. Es una perra de casa, si encuentra su camino afuera, entonces será atropellada por un coche o atacada por un perro más grande, podría morir congelada o podría caerse por un desagüe. ¡Ella podría morir! ¿De verdad quieres un perro muerto en tu conciencia?

—Si te ayudo, ¿te callarás?—Se rompió, pasando una mano a través de sus limpios mechones antes de darles un lado.—Tu voz me está matando,—murmuró.

¿Qué se supone que significa eso?

—Claro,—exhalé, cerrando los ojos para calmarme. Ahora tenía que pasar mi día libre buscando a mi perro con mi jefe que odia mis entrañas.

Genial.

—Justo,—dijo antes de pasar por delante de mí y por ese pasillo.—¿Vienes?—Parpadeé y agité la cabeza, volviendo a ponerme en orden.

—Sí,—dije antes de juzgar cerca detrás de él.

—¡Alena!—Llamé. Habíamos estado buscando durante aproximadamente una hora y ella simplemente no estaba en ninguna parte, habíamos estado por todos los otros pisos y actualmente estábamos explorando el tercero, el que estaba cerrado.

Estaba oscuro, la única luz provenía de las ventanas ligeramente cortinadas de vez en cuando. El aire olía a bolas de polilla y la alfombra estaba polvorienta, las paredes tenían diferentes rayas de pintura esparcidas hacia arriba y cada mueble que pasamos estaba cubierto con una lámina blanca o una envoltura de plástico.

—¡Alena!—Llamé de nuevo, mi voz expresando desde las paredes y resonando por los pasillos.—¡Alena, ven!—Silbé y todavía nada.—Mierda.—maldije, dando un giro a la derecha y siendo recibida con un callejón sin salida.

Solo una puerta, abierta la más mínima con un ladrillo para evitar que se cierre por completo. Sentí que el Sr.Malfoy estaba cerca de mí, pero no había dicho una palabra, solo después de cada turno que tomé y la risa ocasional.

—¿Tal vez esté aquí?—Me dije a mí misma, envolviendo mi mano alrededor del mango y tirando de mi más esfuerzo para abrir completamente la pesada puerta de madera. Gruñí y logré abrirlo.

Entré en el cuarto oscuro. Parecía ser una sala buscada. El suelo era de madera recién pulida, las paredes eran altas y cada sonido que hice resonaba por toda la habitación. Había un pequeño escenario en el otro extremo de la habitación, cada pintura en la pared estaba cubierta por una sábana y muebles apilados uno encima del otro.

—Alena,—grité, sin necesidad de ser tan ruidosa desde que la sala elevó mi discurso. El Sr.Malfoy se detuvo mientras entraba en la habitación poco iluminada, de pie entre la puerta mientras continuaba llamando a mi perro.—Alena.

Y luego finalmente la escuché ladrar. Mis ojos se iluminaron mientras me daba la vuelta y miraba a mi izquierda, viéndola encaramada en la parte superior de un montón de sillas, apiladas una sobre otras.

—Alena,—exhalé, corriendo por la habitación.—¿Cómo subiste allí?—Miré hacia arriba y la vi mientras jadeaba ligeramente, su correa todavía sujeta a su cuello.

Me paré en los dedos de los pies y todavía no podía alcanzarla. Maldije.—Quédate aquí, Alena,—dije severamente antes de dar la vuelta y caminar de regreso al Sr.Malfoy.