HONEY | Draco Malfoy

five

TW Menciones de trastorno alimenticio.

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POV: HONEY ILONA

El molesto y fuerte sonido de mi alarma me despertó de mi profundo sueño, haciendo que un largo gemido escapara de mis labios. No volví hasta tarde anoche y no quería nada más que apagar mi alarma y dormir, pero tuve que levantarme. No estaba a punto de ser despedida porque necesitaba unas horas más para dormir.

Suspiré y apagué mi alarma, tirando las sábanas de mi cuerpo y sentándome. Dejé salir un gran bostezo silencioso, de pie para ir al baño. Le di a Alena, que todavía estaba dormida, una suave palmadita en la cabeza antes de cerrar la puerta.

Caminé hacia la ducha y la encendí, ajustándola a la temperatura correcta antes de caminar hacia el fregadero, salpicando agua fría sobre mis ojos para despertarme completamente mientras el agua se calentaba.

Me di la vuelta y abrí la cortina de la ducha, sintiendo la temperatura del agua justo y empezando a quitarme la ropa. Mientras me movía para quitarme la camisa, no pude evitar reconocer cómo me dolían los hombros, el dolor se sentía como si estuviera ardiendo.

Suspiré y me medí en el agua, sumergiendo la cabeza debajo de los arroyos calientes y sintiendo el ligero hormigueo en mis mejillas. Cerré los ojos y dejé que mi cuerpo se fugara en el vapor, dejando que mis músculos se relajaran.

Me di la vuelta y vertí un poco de gel de baño, empezando a acariciar mi cuerpo con el jabón ligeramente perfumado. Rastreé los contornos de mis estrías, dándole un toque extra a cada una de ellas: no me avergonzaba de ellas, era una prueba de lo lejos que había llegado en mi vida.

Cuando tenía 13 años había desarrollado un trastorno alimenticio llamado Bulimia. Realmente no sé cómo comenzó, en mi mente, estaba haciendo lo que fuera necesario para perder peso, para no aumentar de peso, pero no me di cuenta del efecto que realmente tenía en mi cuerpo y mi salud mental.

Luché durante cinco años y afortunadamente pude obtener la ayuda que necesitaba. Mis estrías eran símbolos de recuperación, cicatrices de batalla y ya podía estar orgullosa de mí misma. A veces, me siento frente al espejo y escojo a todos una de mis inseguridades.

Como... mi abdomen no es delgado, mis muslos no son delgados, mis hombros son ligeramente anchos y no era la más guapa de las chicas, pero con el tiempo, me di cuenta de que estaba bien sentirme así a veces, siempre y cuando supiera que al final del día, esta era yo, era perfecta a mi manera y los demás que pensaban diferente...

Bueno, ese es su problema. No el mío.

Extendí una sonrisa por mi cara, hoy iba a ser tan bueno como lo hice y siempre me esforcé a ser lo más positivo posible.

Terminé mis tareas en la ducha y envolví una toalla alrededor de mí mismo. Salí de la ducha y frente al espejo recubierto de vapor, deslizando mi mano sobre el vidrio, despejé un pequeño punto para poder ver mi cara. Sonreí y me di la vuelta, abriendo la puerta del baño y sintiendo que el aire frío de mi habitación golpeaba mi piel cálida y aún húmeda.

El baño se emitió mientras me vestía con mi atuendo normal. Caminé por mi habitación con los pies descalzos y noté que Alena estaba despierta.

—Oye, cariño,—le sonreí y le acaricié la cabeza. Ella soltó un pequeño bostezo, cubriendo su lloriqueo en mis sábanas mientras bajaba la cabeza. Dejé salir un poco rida y abrí la puerta de mi dormitorio.—Vamos,—golpeé mi pierna y observé cómo brotaba de la cama y pasaba corriendo más allá de mis pies hacia la sala de estar.