-Pesadilla-

305 28 265
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Adrien

{Me adentré a lo que una vez fue mi hogar, la mansión Agreste. El piso de cerámica estaba pulcro, no podía decir lo mismo de los adornos y las superficies de los muebles que, a la luz del sol, evidenciaban la capa gruesa de polvo que los cubría. No era para menos, una única empleada se encargaba de todo en la mansión.

Agatha había servido a mi madre desde mi nacimiento. De todos los empleados que habitaron la mansión, ella fue la única que se quedó; más por la estima que tenía hacia mi progenitora que por el misero sueldo que le pagaba.

—Emelie está en la habitación principal—me avisó la devota mujer, con su cabello azabache el cual evidenciaba una que otra cana.

—Gracias, Agatha—la mayor esbozó una gentil sonrisa que, la tristeza en sus cansados ojos opaco.

Llegué al frente de la puerta de la habitación de mi madre, en la segunda planta de la mansión. Ingresé sin llamar a la puerta, no hacía falta, mi madre nunca estaba presentable; no desde que las drogas se apoderaron de su vida y su cordura.

Apreté mis puños a los costados, ella estaba de lo más tranquila, sentada frente al enorme ventanal de la que una vez fue mi habitación y que ahora era suya. El nauseabundo olor a lo que sea que estuviera fumando en ese cigarrillo, llegó a mis fosas nasales. El ruido que hice al cerrar la puerta la sobresaltó, ella dio una fugaz mirada en mi dirección; se apresuró a dar caladas más profundas para acabar el pitillo de droga. Le arrebaté de sus huesudos dedos el cigarrillo y lo tiré al piso, apagándolo con la suela de mi zapato.

—Ingrat, mauvais fils !¡Ingrato, mal hijo! —me recriminó con desprecio. Ella iba a arrodillarse en busca de la colilla, fui más rápido que ella y la sujeté de sus frágiles hombros—¡Suéltame, malcriado! ¿Así tratas a tu madre? —de la hermosa actriz y modelo no quedaba ni la sombra, su cuerpo era un costal de huesos—eres un desalmado...

—¡Basta con tu retahíla de insultos! —rebatí, mandando al diablo mi serenidad. Había tolerado tanto por ella, siempre conteniendo mis ganas de llorar por la impotencia que me generaba su aspecto y, la nula importancia de ella a rehabilitarse ¿¡por qué se destruía de esta forma!?—¡escapaste esta madrugada de la clínica de rehabilitación! ¡Carajo, porque no puedes quedarte un puto tiempo dentro!¡Con está son tres veces ya!.

—Así es cómo tratas a la mujer que te dio la vida—rodeé los ojos, la solté y di media vuelta caminando como león enjaulado. Ahí venía su discurso de victima—¡Me abandonaste a mi suerte en ese asqueroso lugar para drogadictos! —la negación— Yo no necesito estar en un sitió como ese, puedo dejar esto cuando yo quiera—su tono cambio a uno lastimero—es tu amor al dinero lo que te hace dejarme a esa clínica ¡quieres quedarte con lo que por derecho me pertenece! ¡Date la vuelta Athanase! —odio mi segundo nombre, ella lo sabe—¡Dame la cara cuando te estoy reprendiendo, malcriado!

El Hada de las Costuras // Adrinette// +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora