Caperucita roja ingresó a la casa y notó al enorme lobo frente a ella, la particularidad del aterrador animal no era devorar personas, sino algo peor...sueños.
Me aproximé con cautela hacia el fino escritorio, con cada paso que daba, mi ansiedad aumentaba. La mirada invasiva de parte del Demonio de París, no me ayudaba en nada.
— Bonsoir Monsieur, buenas tardes, Se-señor Agreste...—saludé en voz baja, con un marcado acento inglés.
Una parte de mí temía que pasará lo mismo que en la entrevista de Balthazar. Y la otra, no sabía que esperar de él.
—Jeune Agreste, Joven Agreste—me corrigió con desprecio y con acento francés. Se recostó en su asiento, puso una pierna sobre la otra y cruzó sus manos sobre esta.
¿Por qué Juleka no estaba? ¿Chloe ha llamado? Quería articular una respuesta en ese momento, pero la incertidumbre de por qué el Demonio de París estaba aquí me mataba.
La pregunta Marinette ¡no la respondiste!
¿Pregunta? ¡Cielos es cierto!
—Ma pâleur? ¿Mi palidez ? Este...se debe—. El altivo empresario enarco una ceja, su mano sostuvo su mandíbula con aburrimiento.
—Siéntese, a menos que quiera estar de pie lo que dure la entrevista—ignoró mi intentó de respuesta.
Piensa positivo, él es un empresario ocupado, céntrate en las preguntas y responde de inmediato.
—Aunque, no creo que dure mucho—agregó.
Adiós actitud positiva, hola miedo.
—Merci beaucoup, Muchas gracias— fue lo único que mi emergente pánico dejó articular. Tomé asiento en la cómoda silla. Él cambio su postura, ahora estaba leyendo mi portafolio, su mano acariciaba su barbilla.
El silencio era abrumador, sentía que las paredes se iban encogiendo. Aprete la tela de mi falda, necesitaba distraerme en algo o comenzaría a hiperventilar.
Tienes un monumento de hombre frente a ti ¿Qué más distracción quieres?
El joven Agreste es endemoniadamente atractivo, con un aura dominante que aterra. Lo vi por entre mis espesas pestañas, al tener mi rostro inclinado, mientras él seguía pasando las páginas y leyendo.
Su barba era poco perceptible, muy bien recortada. Su piel bronceada era un pecado a la vista: tentando a pasar los dedos sobre ella, para comprobar si es tan tersa como se ve.
Algunos mechones de su bien cuidado cabello, caen sobre su frente. Noté que, cuando lee algo que le interesa fruñe el ceño ≪Mi terror hacia el silencio, estaba aminorando≫. Sus cejas algo pobladas, junto a su verde mirada, lo hacían ver como un gato. No, él no era un gato, el parecía una pantera. Olfatee su deliciosa loción, era una mezcla maderada de cedro.
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El Hada de las Costuras // Adrinette// +18
FanficMarinette regresa a París, tras su fracaso en Londres que termina marcando su carrera de forma negativa en esa ciudad. La euroasiática tiene puesta su ultima esperanza en la capital de la moda, pero a unos pocos días de haberse mudado, se da cuenta...