-Pavor-

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—Pasajeros del Star Train, se les informa que dentro de 15 minutos estaremos llegando a la estación de París...

La voz de la operadora se coló entresueño, despertándome de aquel placentero descanso. Me costó un poco adaptar mi oído al francés, si bien lo hablaba fluido, el idioma que dominaba era el inglés británico. Desperecé mi cuerpo con la idea en mente de practicar más el idioma francés que, de ahora en adelante sería mi pan nuestro de cada dí...

¡Me quedé dormida!

¡No puede ser! ¡Perdí tiempo valioso!, se supone que iba a ordenar los nombres de las casas de moda a las que pensaba enviar mi portafolio. Últimamente me he vuelto un desastre, procrastinando a más no poder. Y hablando de desastre...

¡¿Dónde está mi Tablet?!

¿La saqué de mi bolso? O había soñado con haberlo hecho, mi mente era un revoltijo de recuerdos. Busqué al lado de la ventana, temiendo que se hubiera deslizado a mi costado, pero nada, hice mis piernas a un lado para lograr ver mejor bajo mi asiento y otra vez ¡nada! Endemoniado aparato ¿Dónde te has metido?

Y justo ahora venía el arrepentimiento. No había respaldado la información almacenada en el artilugio; quién lo encontrará podía chantajearme a cambio de no subir esa información a la red, me lleve ambas manos a la boca, mis uñas se veían muy tentadoras para calmar mis nervios. Bien, no es que tuviera códigos nucleares almacenados, pero al menos para mí, su contenido era valioso...

—Disculpa ¿estás buscando algo? —, una suave voz varonil interrumpió mis divagaciones.

Respiré profundo, pero ni eso calmó mi mal humor. ¿Cómo qué si busco algo?, vaya pregunta absurda. Por mis gestos era obvio que eso hacía. Me giré un poco, para encarar al tipo y responder a su "inteligente pregunta". Pero mi cínica seguridad que hace un segundo corría feliz por todo mi ser, se fue a pasear a China sin posibilidad de retorno.

El chico que estaba sentado a mi lado me observaba con sus profundos ojos color celeste, sus pobladas cejas negras estaban levemente alzadas con estupor, su rostro bien perfilado, con una barbilla estrecha; la cual tenía una naciente barba «un día como mínimo sin afeitar» que era notoria para mí por su cercanía, pues su tez morena la camuflaba bien.

Llevaba sobre su cabeza un gorro reflectante de color negro, del cual unos largos y rebeldes mechones turquesa asomaban bajo este, sin pasar de su hombro. Su vestimenta... ¡dios! Este chico podía sacar su ropa del basurero y aun así su estilo seguiría siendo increíble.

Su look bohemio era un 10 de 10, llevaba una desgastada chaqueta de jeans y bajo está un centro blanco, mostrando un bien marcado pectoral, su pantalón negro ajustado, con algunas rasgaduras al frente combinados con esas vans monocromáticas eran sin duda, la octava maravilla del fashion Street.

Yo era un mal chiste al lado de él, cielos, parecía una vagabunda. Mi improvisada vestimenta de ese día no era más que una camisa ancha, con el logo de un equipo inglés «que ni sabía que existía» pobremente combinada con un short que, en su vida pasada había tenido un hermoso color negro y, ahora no era más que un cumulo de manchas grises y ¿blancas? No me olvido de mis zapatos, parecen sacados de una tienda de segunda mano, específicamente de la zona de liquidación, totalmente sucios y algo rotos. De mi cabello ni hablemos, con este aspecto nadie creería que soy una diseñadora.

El Hada de las Costuras // Adrinette// +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora