U n o

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—No quiere escucharme

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—No quiere escucharme. Cuelga el teléfono.

Azusa bajó la cabeza consternado observando su escritorio. Se recostaba en el ancho respaldar de su silla para descargar sus tumores de preocupación.

El aire frío y silencio vacío extendido por la mansión Mukami le daba el gramo sustancioso de suspenso entre la conversación con Yuma. En vez del sol, era la lluvia la que descendía sobre sus techos y contra las ventanas.

—Dale un poco de tiempo, es muy reciente tanto para nosotros como para él....—Yuma se enderezó después de sostenerse tanto rato en la pared.

—Ha pasado una semana entera y no sabemos a dónde fue.

—Sabes cómo es. Va y vuelve una vez su arrebato termine.

—No lo digas de esa manera. —Azusa suspiró cerrando los ojos unos segundos—No es fácil para él.

—Lo sé, pero debe aprender a perdonarse a él mismo. —Suspiró con cansancio —De cualquier manera no tardarán en empezar las clases, las vacaciones escolares acabaron y no podrá seguir haciendo esto. De alguna manera, eso me alivia.

Yuma frunció la boca observando la ventana que reflejaba allá afuera el paisaje de su jardín más agrandado de casa mientras no permanecía en aquella empresa de agroindustria como el ingeniero dónde también terminó contratado en la misma compañía Reiji, el administrador del pabellón de bioquímica.

Hasta cierto punto Karlheinz les ayudó a sostenerse para vivir, pero hoy; ya eran personas responsables de si mismos como los adultos que ya habían sido desde hace mucho, pero no adoptaron esa responsabilidad antes.

Kou desde hace mucho trabajaba, y aunque ahora solo aportaba a la industria de farandula como actor, la paga era buena y su ranking de popularidad no decaía.

Azusa era el orgullo de la familia. Después de entrar en la sucursal de leyes y administración, inició aportando como capital de fundación para darle vuelo a su organización de defensa de niños; adopción e investigación a otras fundaciones torcidas de las que supuestamente, hacían lo mismo.

Y en su tiempo activo, la cuenta de niños salvados era generosa.Él se convirtió en la persona que necesitaron cuando eran jóvenes y cayeron a aquel hoyo lleno de pirañas.

La cabeza de la familia por último, independientemente era un escritor de antropología además de su empleo como profesor de las lenguas de inglés y particulares de nórdico en el mismo instituto con Ayato Sakamaki.

Ah, las bellas coincidencias de la vida.

Recuerda esa reunión en el castillo del Edén con Karlheinz, ahí se incluía Yui.

Tanto como a Subaru, a Ayato le había costado escoger una carrera teniendo en cuenta su poca concentración en algo en específico; su poco empeño y ganas de estudiar. Eso hasta que Reiji le propusó la licenciatura de educación física y pedagogía a Ayato.

El albedrío del abandono - © Ruki Mukami.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora