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7 de mayo

Ruki-kun se porta cada día más raro. Si odia a los humanos, algo más debe de pensar después de todo.

Luego de sentarme en su regazo cuando veía por el balcón, me abrazó por detrás mientras susurraba cosas lascivas a mi oído. No soporto las muestra de afecto, soy humana y me engaño fácil yo misma.

Más tarde, me encontré con Azusa-kun, no había hablado en un tiempo con el por las advertencias. Me pidió encontrar unos de sus cuchillos que supuso que estaban en el sótano. Siendo precisos, lo ví bajo la piscina subterránea que no tenía idea sobre su existencia.

Aunque no sé nadar, dejé de preocuparme, ya que solo me llegaba hasta las rodillas. Canté victoria muy rápido, porque ya me estaba ahogando. Caí a la parte más profunda pero cuando intenté salir,  mi pie se atascó y me impidió moverme.

Ruki-kun no demoró mucho en llegar y salvarme. Vi su rostro tan asustado. Su abrazo que extrañamente fuerte, dejando temblar de frío.

No se enojó, y ni siquiera su tono de voz era el mismo. No comprendo mis sentimientos ni sus acciones.

"Nunca te permitiría morir"   Siempre que reconozco su gentileza me pongo a pensar que hay cosas que no entiendo de él. Ni siquiera cumplió su supuesto castigo para más tarde, solo....me cuido.

Era una búsqueda a lo inentendible siempre que sucedía.

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Ruki dudo en contestar o no a la puerta de su estudio.

Terminó de leer un página más de su masoquista nuevo libro. Unas páginas le provocaban ganas de tirar el diario por una ventana a mitadde tarde de lluvia, otras arrancar las páginas de rabia contra su propio yo del pasado; y por último estaban las que le operaban enérgicamente la ansiedad.

¿Cuántas más tendría que leer para que alguna le hiciera sonreír por lo menos un poco? Era inútil imaginar que los escritos eran solo desgraciados.

Con un chasquido de lengua, dejó el diario dentro de su cajonera que siempre bloqueaba con llave. 

A veces se comparaba como una adolescente entretenida con novelas en vez aprovechar el tiempo en sus deberes. No obstante, sus movimientos después de tomar su bolígrafo se vieron detenidos por el click de la puerta abriéndose y la voz de uno de sus hermanos.

—Ruki-kun, te estaba buscando.

Era Kou, parecía un niño con ese rostro tan deformado de tímidez.

—Hmmm. Haz vuelto.—Masculló desinteresado.

—Esta tarde llegué al aeropuerto. Pensé que... quizás vendrías a recogerme con los chicos. —Dijo con voz suave y decepcionada—Han pasado dos semanas.

El albedrío del abandono - © Ruki Mukami.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora