CAPÍTULO 03

636 75 56
                                    

Dahyun no recuerda la última vez que Sana la beso en los labios

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dahyun no recuerda la última vez que Sana la beso en los labios. Recuerda que se sentía en el cielo cada vez que la japonesa lo hacía. Ni hablar de la última vez que tuvieron relaciones.

Cuando eran adolescentes se escapaban de las clases para estar juntas. Era difícil, ya que la homosexualidad era un tema delicado para todos, lo cual resultaba difícil que ambas estuvieran juntas, pero no imposible. Cuando estaban juntas, se sentía tan protegida y amada.

Se sentía en una película en donde ambas eran las protagonistas de una hermosa pero complicada historia de amor.

Pero ahora, ya de adultas, no se sentía de la misma forma, ya no se sentía protegida y mucho menos amada por parte de Sana y eso le aterraba, le aterraba pensar que la japonesa ya no estaba enamorada de ella, que ya no sentía la misma chispa que había desde cuando eran adolescentes, que ya no sentía atracción hacia ella...

Que ya no la amaba como antes.

Dahyun no quería estar así, no quería seguir con Sana si esta no la amaba, porque estaba dispuesta a dejarla si esta se lo pedía. Pero nunca llegó esa petición, a cambio de eso, solo había alejamiento por parte de su esposa.

Y dolía, como nunca.

Se sentía tan patética, había llorado toda la noche, lamentandose por lo que había pasado la noche anterior.

Se levantó algo cansada cuando escuchó la alarma sonar, sabía que Sana ya no estaba en la casa, después de la discusión de anoche sabía que no quería estar en casa por un largo tiempo.

Aunque así eran todos los días.

Dahyun no entendía que estaba mal en ella, no lo comprendía ¿Era muy flaca? ¿Muy gorda? ¿Era fea? ¿O simplemente ya no iba al estilo de Minatozaki Sana?

Tal vez se aburrió de ella.

No tardó mucho en terminar sus cosas cuando ya se dirigía a su trabajo, eso era una gran distracción para Dahyun. Pasar tiempo con niños la ponía alegre, la hacía olvidarse de todos. De sí misma, quizá.

Deseaba mucho tener una hija.

Pero aunque lo deseaba, sabía que era imposible, al menos con Sana, ambas eran mujeres y adoptar una niña era complicado, más si la misma Minatozaki Sana no quería.

Apenas llegó al aula saludó a los niños, eran algo traviesos pero Dahyun les tenía paciencia, después de todo eran niños.

Apenas llegó al aula saludó a los niños, eran algo traviesos pero Dahyun les tenía paciencia, después de todo eran niños

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Su oficina estaba en un completo silencio, le gustaba que estuviera así, la ayudaba a concentrarse más. Sin embargo, luego de la pelea que había tenido con su esposa la noche anterior, le costaba concentrarse, no sabía porque.


Realmente no le interesaba el aniversario, hacia mucho tiempo dejó de sentir lo que años pasados había sentido, pero no podía dejar a Dahyun, no entendía porque no podía.

No tenía las agallas para hacerlo.

Un toque en la puerta interrumpió su tan anelada paz y sus pensamientos. Con un poco de pesadez dejó pasar a la persona que llamaba a la puerta.

— Adelante — mencionó dejando de lado los documentos que estaba viendo anteriormente. Eran unos gráficos que tenía que pasar a computadora.

Una mujer de cabello largo color negro pasó, vestía un con una falda botas, era la secretaria de Sana, llevaba con ella unos folios. La japonesa sonrió en grande apenas la vio.

— Hola señorita Minatozaki, aquí le traigo unos papeles que el señor Jeon me mandó a que se lo traiga — dijo caminando hacia el escritorio de Sana, dejando el folio arriba de la mesa.

Sana la observó sin disimulo, inhalando su loción de rosas.

— Sabes que no tienes que usar honoríficos conmigo cuando estamos a solas, Emily — exhaló fingiendo estar ofendida.

La mujer sonrió de lado recordando todos los encuentros que tuvo con su jefa esos últimos años.

— ¿Te gusta cuánto te llamo Sana? — dijo sentándose en el regazo de la japonesa —. ¿O cuándo lo gimo? — repuso sin vergüenza alguna.

Sana se rió por lo último, ya estaba acostumbrada a esos tipos de comentarios de su secretaria cuando estaban a solas.

La japonesa no se dio cuenta en que momento, aquellos encuentros con su secretaria, comenzaron a ser más costumbres de lo normal. Pero no se arrepentía, al fin de cuentas la pasaba bien.

Comenzó a acariciar la pierna expuesta de Emily, mientras besaba ferozmente su cuello. La estadounidense desabrochaba como podía la chaqueta que llevaba está vez Sana.

En un momento, la japonesa hizo un chupetón, poco notorio si se tapaba de la forma correcta, Emily gimió en respuesta, siendo invadida por una corriente de placer.

— Sana... — gimió.

— En definitiva, cuando lo gimes — respondió Sana, a la pregunta anterior.

Sin embargo no podía darse el lujo de hacerlo allí, no cuando había mucha gente. Solo bastaron algunos besos más para que Sana terminara con la cercanía, la estadunidense se quejó un poco, pero entendía.

— Nos vemos luego, señorita Minatozaki — dijo yendose de la oficina, no sin antes darle un guiño para después salir y cerrar la puerta.

Siempre había querido a Sana, se había enamorado desde la primera vez que la vio, pero también sabía que esta tenía esposa, aunque nunca la había visto. Dahyun no iba a la empresa, realmente no le interesaba.

Pero al descubrir que a Sana en realidad, no le importaba tener esposa para estar con ella, aceptó con gusto.

Aunque deseaba con todas sus ganas que esa tal Dahyun, desapareciera de la vida de Sana.

Aunque deseaba con todas sus ganas que esa tal Dahyun, desapareciera de la vida de Sana

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
CRUEL | SAIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora