9. De vuelta a mi vida [Natalia]

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El resto del día me pase de modulo a modulo, de salón a salón, sin parar de pensar en la calidez de sus labios, los labios del chico de la mirada gris. Es curioso... esperas tanto por algo y aun así no estás preparado cuando esto sucede.

No fue realmente un impedimento el mantenerme muda durante mi estancia en la secundaria ya que no tengo demasiados amigos, de hecho puedo contarlos con los dedos de una mano.

«Tu sombra -Repite mi cabeza con aquella voz profunda y terrorífica que me recordaba a la nostalgia, un sentimiento del que me evito sentir. ¿Nostalgia de qué? En mi pasado no hay algo que extrañe tanto como para sentir nostalgia. »

-Señorita Neira, hágame el favor de regresar a la realidad... Esto no es un sueño -Ordena la profesora Alicia con una mira despectiva, luego se voltea y continúa leyendo una obra literaria que no alcanzo a reconocer.

La profesora tiene razón, solo estoy soñando. ¡Vaya ironía! Sucede lo que más deseaba que sucediera pero... simplemente no sucedió. Solo fue un sueño complacido por mis deseos y mis hormonas ansiosas de él, ansiosas de sus ojos y de sus labios.

Al despertar del sueño me hallaba junto a él, pero él no se hallaba junto a mí. Hibiki y Amber se hallaban juntos, podía notarlo en su mirada cómplice de la mirada de Amber... y eso era lo que más me dolía, era el poder notarlo.

-Natalia Neira ¡Despierte de una vez! -Exclama alterada la profesora, sus ojos resaltan sorprendentemente y su cómica boca me hace sentir alegría en lugar de frustración- Le tendré que poner un reporte.

-Pero... -No hallaba excusas- Solo estoy cansada de que la vida siga por el camino normal.

- ¡Vaya! -Exclamo la profesora sorprendida con una sonrisa marcada en su rostro que rara vez emanaba alegría- Al parecer alguien estuvo leyendo a Carroll... se lo dejare pasar esta vez señorita Neira.

-No habrá otra vez -Asegure y la profesora continuo leyendo.

Era el último módulo así que al terminar la clase me dirigí rápidamente hacia las escaleras que se encuentran a un lado del salón de la profesora Alicia y que llevan a la planta base. Entre de nuevo al hueco que hay en ellas, esperando regresar a ese mundo tan especial que había visitado en mis sueños.

Me senté y me mantuve ahí, escondida de los demás y de los problemas que conllevaba el socializar. Finalmente me sentía segura, creo que aquí es el único lugar donde puedo respirar sin que alguien más decida si merezco hacerlo o no.

-Hoy en día todos son jueces, ¿no? -Susurro lo más bajo posible, cierro los ojos y sonrió aliviada.

Pasados diez minutos salgo de ahí y me dirijo directamente hacia la entrada de la secundaria, en ella se posa un guardia con camisa roja y lentes, de esos señores que inspiran miedo hasta al más valiente.

-Disculpa ¿Puedo saber por qué sales hasta ahora? -Reclama con el ceño fruncido. Empiezo a sudar de los nervios, de nuevo mi mente se queda en blanco y no se me ocurre ninguna excusa- Responde.

-Con permiso ¡Estábamos haciendo el aseo! -Exclama la profesora de artes con una sonrisa de superioridad y unos lentes oscuros que la hacen aparentar como alguien de fuerte carácter.

La profesora me toma de los hombros y me ayuda a salir de la tan estresante situación, sin si quiera voltear a verme. Una vez afuera caminamos hasta un puesto de fruta cercano y entonces voltea a verme con una sonrisa traviesa y curiosa, luego suelta una pequeña carcajada.

-Me debe una señorita Neira -Dice mientras me guiña un ojo- Tiene suerte de que el día de hoy estoy de buenas ¡Bailare en un teatro el día de hoy! -Habla con una voz entusiasmada e inspiradora.

-La felicito profesora -Digo silenciosamente, acompañada de una sonrisa.

-Pues pareciera que viste a un muerto ¡Alegrate jovencita! -Exclama nuevamente- ¿Sabes qué? Si puedes, quiero que vayas hoy a verme bailar en el MIA.

-No creo estar de ánimos para ver un baile -Murmuro cansada.

-Te aseguro que no he conocido persona que no se haya enamorado del baile, es hermoso en todo sentido... -Me mira sonriendo- Hay atajos para la felicidad, y el baile es uno de ellos... -Exclama entusiasmada- Vicki Baum -Agrega rapidamente guiñando un ojo.

No tengo idea de quien está hablando pero, seguro es alguna bailarina famosa.

-Me tengo que ir pero, toma -Me entrega un pase para el teatro en donde indica la dirección y los horarios- Era para mi esposo, él ya está igual de viejo que yo pero... es nuestra tarea como adultos ver a los jóvenes felices.

Sin decir un adiós la profesora se va simplemente en dirección contraria al puesto de fruta. A pesar de que no soy muy fanática de sus clases, siempre me sorprende con la sabiduría escondida bajo la voz aguda a la que ya me he acostumbrado.

Sigo caminando hasta llegar a una parada de autobús pero como ya es tarde, no hay ningún autobús cerca. Me siento en el asfalto y me absorben nuevamente los pensamientos sobre mi día.

En eso un muchacho alto, de complexión delgada y con el cabello igual de blanco que el color de su piel cruza mi vista con pasos lentos en dirección a la secundaria, sin embargo no porta ni mochila ni uniforme. Al verme se sorprende y se detiene.

-Tú... has viajado -Susurra con el rostro sorprendido, más no asustado- Has visto lo que solo yo puedo ver... ¡Imposible! -Exclama sonriendo.

-Creo que me confundes.

-No... tus ojos te delatan, tu pupila aún tiene la esencia de una mente -Afirma el chico con los ojos abiertos como platos, posteriormente se pone de rodillas y saca de su bolsillo una caja color azul oscuro- ¡¿Te quieres casar conmigo?! -Pregunta abriendo la caja y mostrando un anillo reluciente.

Me quedo perpleja por la apresurada propuesta de un desconocido extraño y probablemente demente, pero rápidamente paso del miedo a la alegría. Comienzo a reír como loca, de una manera hilarante.

-Qué respuesta tan rápida -Susurra el chico con la mirada caída.

-Qué propuesta tan apresurada -Respondo.

-Me caes bien ¡Te amo! Así que dejame conocerte pronto Natalia, pero ahora me tengo que ir.

-Eres un poco extraño... -Comento y el baja la mirada- Pero me gusta.

-Es mi intención -Susurra y luego se pone de pie para irse caminando a la entrada de la secundaria.

Y las preguntas abordan mi cabeza ¿cómo sabia que me llamo Natalia? ¿Por qué traía un anillo en el bolsillo? y sobre todo ¿quién era ese chico simpático? Sorprendentemente las preguntas me mantienen tan ocupada que me olvido por completo de Hibiki.

Amber (Primer borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora