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Gun-il siempre se encargaba de los postres navideños con una pasión que rayaba en la obsesión. Desde temprano en la mañana, ya estaba en la cocina, rodeado de ingredientes y utensilios, horneando todo tipo de galletas y pasteles. El aroma dulce de sus creaciones llenaba la casa, haciendo que todos se sintieran un poco más cerca de la magia navideña.
Sin embargo, su tarea no era fácil. Jooyeon y Jiseok siempre intentaban robarle las galletas, y Gun-il tenía que estar atento a sus travesuras. Con una mezcla de 'frustración', les gritaba que se alejaran, aunque en el fondo, disfrutaba de la diversión que traían a la cocina.
A veces, su entusiasmo le jugaba una mala pasada, y terminaba quemándose. No una, sino varias veces. Con cada quemadura, soltaba un pequeño gruñido, pero nunca se detenía. La cocina era su dominio, y no permitiría que nada lo alejara de su misión de crear los mejores postres para todos.
Gun-il también era un líder nato, y eso se notaba en cómo manejaba a los demás. Le gritaba a Jungsu para que viniera a ayudarlo, asegurándose de que nadie descansara ni un segundo. A pesar de las quejas de Jungsu, todos sabían que el esfuerzo valía la pena al ver la mesa llena de deliciosos postres que Gun-il.
