Jiseok y yo nos encontrábamos en medio de una cita romántica en un edificio abandonado. Era un lugar lleno de historia y desolación, pero Jiseok, como siempre, había planeado cada detalle para que aquel momento fuera especial. El atardecer pintaba el cielo con tonos dorados y naranjas, creando un ambiente mágico en medio del caos que nos rodeaba.
La tranquilidad del lugar se vio interrumpida cuando la noche comenzó a caer y las sombras se alargaron. Un escalofrío recorrió mi espalda cuando escuché los gruñidos amenazantes de una horda de zombies acercándose. La realidad del peligro en el que nos encontrábamos se hizo evidente.
Jiseok y yo nos miramos, nuestros ojos reflejando una mezcla de miedo y determinación. Sabíamos que debíamos actuar rápidamente si queríamos sobrevivir. Tomados de la mano, comenzamos a correr por los pasillos oscuros y polvorientos, tratando de encontrar una salida en medio de la oscuridad.
El sonido de los pasos de los zombies resonaba a nuestro alrededor, su aliento fétido llenaba el aire. Sentía mi corazón latir a mil por hora, la adrenalina recorriendo mis venas mientras me aferraba a la mano de Jiseok, buscando consuelo y fuerza en su presencia.
A medida que avanzábamos, la horda se acercaba cada vez más. Las luces parpadeantes y las sombras distorsionadas creaban una atmósfera de pesadilla. Sin embargo, en medio de aquel caos, nuestra conexión se hizo más fuerte.
— Jiseok, no quiero convertirme en uno de ellos — Le dije en un susurro, luchando contra el miedo en mi voz — No quiero lastimarte. Si llego a ser mordida, prométeme que me pondrás fin. No quiero que sufras por mi culpa.
El dolor se reflejó en los ojos de Jiseok mientras asimilaba mis palabras. Tomó mi rostro entre sus manos, acariciándolo suavemente — T / N, no puedo imaginarme un mundo sin ti. Pero si eso es lo que deseas, prometo estar allí para ti hasta el final. Te protegeré de cualquier sufrimiento.
El tiempo pareció detenerse por un instante mientras nos mirábamos en medio del caos. Nuestro amor y nuestra valentía se entrelazaban en ese momento. Con un nudo en la garganta, asentí, confiando en que Jiseok cumpliría su promesa.
La carrera frenética continuó mientras luchábamos por abrirnos paso entre los muertos vivientes. Jiseok, con su valentía y habilidades sobresalientes, se convirtió en mi protector en medio de aquel infierno. Con cada zombie que eliminaba, su determinación se intensificaba, pero yo podía ver el dolor en sus ojos.
Finalmente, nos vimos acorralados en una sala oscura y angosta. La horda se abalanzaba sobre nosotros, sus manos desesperadas intentando alcanzarnos. En medio del caos, nuestras miradas se encontraron una última vez. Jiseok sabía lo que debía hacer.
Con lágrimas en los ojos, me miró profundamente y acarició mi rostro una vez más — Te amo, T / N — Susurró con voz quebrada — Siempre te amaré.
Entendiendo su mensaje, me acerqué y lo abracé con fuerza, sintiendo su amor y su protección a mi alrededor — Gracias por todo, Jiseok — Le susurré, luchando contra el llanto — Prometo esperarte del otro lado.
Sin otra opción, Jiseok levantó su arma y, con un disparo certero, puso fin a mi vida. El sonido resonó en el aire mientras el mundo se volvía oscuro a mi alrededor.
Jiseok se quedó allí, sosteniendo mi cuerpo sin vida en sus brazos. Las lágrimas caían por su rostro mientras enfrentaba el dolor abrumador de perder a la persona que más amaba en este mundo devastado.
