— Lo siento, en realidad pedí un frapuccino — Te sonrojaste mientras señalabas el vaso en tu mano, pero el barista solo sonrió y asintió hacia un chico más alto, tenía cabello grisaseo y estaba corriendo dando órdenes.
Pero lo reconociste como el mismo barista que te había estado sirviendo desde que llegaste por primera vez a la pequeña cafetería de camino a tu apartamento, y sabías que no se enojaría, pero probablemente encontraría gracioso el error.
— ¿Qué sucedio? — Levantaste la vista y tus ojos se encontraron con los de él. Con cuidado, colocaste el vaso en el mostrador, no pudiste evitar sonreírle de vuelta. Pero él ya había levantado el vaso, estudiando los garabatos en el costado antes de asentir al comprender — Al parecer no lo viste.
Observaste confundida cómo garabateaba algo en el costado del vaso antes de volver a colocarlo en tus manos que esperaban con otra sonrisa contagiosa. Lentamente giraste el vaso, tratando de reprimir la risa que burbujeó ante el suspiro de su número de teléfono ahora garabateado en el papel blanco.
— En realidad, hiciste la bebida equivocada. No pedí esa — Observaste cómo su rostro caía levemente mientras se movía para retirar el vaso, pero empujaste el vaso a tu pecho, murmurando rápidamente — Déjame agregarte primero.
El rostro de Gun-il se abrió en una sonrisa más amplia de lo que habías visto en el poco tiempo que lo haz visto, y con un sobresalto, te diste cuenta de que te había servido las últimas semanas y probablemente fue un error intencional para que pudiera hablar contigo, y cuando colocó tu pedido corregido en la mesa, sonreíste.
