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O11

JiSul caminaba fuera de la tienda, buscando su auto aparcado, ese día decidió hacer las compras tras llegar del trabajo. No solía hacerlo, más bien, pedia las cosas por Delivery o TaeHyung iba por ellas en su lugar, estaba bien de ese modo hasta que se percató de algo. Y es que nunca ha disfrutado de actos tan pequeños como ir por sus propias cosas, pues siempre ha tenido a los demás complaciendola. Viendo la televisión, se dio cuenta de aquello, fue como caer en la realidad, para una mujer de su estilo las tareas del hogar no son tan importantes, su poca falta de tiempo apenas la tiene en el departamento que compró.

YoonGi solía decirle que hacer sus propios deberes no era para ella porque siempre estaba en el trabajo, eso le molestaba. "Sabes hacer cosas que los demás no, pero no sabes hacer las cosas que todos normalmente hacemos." Lógico, nadie en la Universidad le enseñó a cocinar o lavar ropa, aprendió viendo tutoriales en YouTube.

—¡JiSul! —su nombre fue dicho a la distancia, a punto de abrir la puerta del vehículo ya habiendo guardado las bolsas atrás, giró para ver de quien se trataba, llevándose una gran sorpresa. La garganta se le secó mientras lo veía acercarse, había estado pensando en él hace menos de un minuto, ¿Y ya lo tiene en frente? La vida es cruel— No esperaba verte aquí, ¿Haces las compras?

Respiró, intacta.

—Yo... —una desconocida de cabello largo negro se posicionó al lado del Min con una sonrisa y bolsas en una de sus manos.

—Oh, ella es SiHyun, mi prometida. —pasó su brazo por la cintura de la joven chica— SiHyun, ella es Im JiSul, una vieja amiga.

«Una vieja amiga.» ¿Así se le dice ahora a las personas que destruyes? Quiso reír, posiblemente la joven que esta a su lado tenga la misma edad que ella cuando empezaron a salir. E incluso se ha comprometido, ¿Tan desesperado esta por casarse y aferrar a una mujer a sus necesidades?

—Es un gusto.—sus manos fueron obligadas a ser estrechadas— Me alegra conocer a amigos de oppa.

Reaccionando con velocidad, cambio su expresión consternada a una sonrisa más liviana, asintiendo.

—Y a mi me alegra conocer a la persona que YoonGi ama.—dijo, subiendo la vista al mayor— Deben ser muy felices.

—Lo soy —el pelinegro tenía una mirada arrogante, la veía con superioridad desde arriba, disfrutando de verla sola—. Lo somos, ambos. —beso la mejilla de su prometida.

—Me alegra.—una presión en su pecho le advertía que debía irse antes de decir una estupidez— Debo irme ahora, espero verlos en alguna otra oportunidad.

—¡Espera! —la detuvo antes de subir al auto— Ya que eres buena amiga de oppa, ¿Por qué no vienes a nuestra fiesta? Será luego de la iglesia, donde diremos nuestros votos matrimoniales.—la chica se aceleró al hablar— YoonGi oppa te puede enviar la invitación, ¿No? —lo observó con inocencia.

Este asintió, contento— Lo haré.

—Gracias, veré mi agenda.—y subió, arrancando al instante.

No imagino que volverlo a ver, al lado de otra persona quien es su prometida le haría doler tanto el corazón que creyó roto en pedazos. Lo ve tan completo, sin preocupaciones que la hace odiarlo más a cada segundo que paso. Las lágrimas que caen de sus ojos no es porque lo extrañe, no entiende la razón de su llanto y dolor, tal vez es porque quisiera que él la hubiera tratado tan bien como a aquella chica. Fue como un experimento que salió mal pero que no dudo en remplazar.

No quiere reemplazarlo, lo único que desea es ser feliz, olvidandolo por completo para seguir adelante.