Epílogo.

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—Ha estado muy bien cariño.

Cuando Liam levantó los dedos del piano el atractivo Alfa americano que lo miraba no disimuló su admiración hacia él.

—¿Conoces una que es así? -silbó una canción un poco desafinada, y volvió a su asiento, después de que Liam le respondiera con una sonrisa.

A esa hora el bar solía estar lleno de gente, y algunos le pedían sus canciones preferidas. No le pagaban bien, pero se las arreglaba para vivir, y además en breve tenía un par de entrevistas de trabajo. Por lo tanto sobrevivía.

Llevaba un mes apartado de la vida de Zayn. Había aprendido a estar ocupado todo el tiempo, y así estaba tan cansado que dormía toda la noche sin pensar en nada. Se había inscrito en un curso de informática, miraba los avisos de trabajo del primero al último, y había escrito a varios de los que parecían estar a su alcance. Y todos los días rogaba que fuera un día en el que no pensara en Zayn. Pero lamentablemente el tocar el piano no le servía de mucho en ese sentido.

Por lo tanto cuando Liam alzó la vista y vio a Zayn a unos pasos de él, pensó al principio que no era una imagen real, sino una mala pasada de su fantasía. Siguió tocando, pero sus ojos no se apartaron de él.

- Toca para mí – dijo Zayn.

Liam había dejado de tocar el piano sin siquiera darse cuenta. Su corazón dio un vuelco. ¿Cómo y por qué le había seguido el rastro?

- Por favor... – murmuró el Alfa, sonaba extraña esa palabra en él.

- ¿Qué quieres que toque? – preguntó Liam como si se tratase de un cliente cualquiera.

- Cualquier cosa.

- ¿No puedes decir el nombre de algún compositor?

- Chopin.

El castaño tocó algo de Bethoveen, porque sabía que le daría igual. Zayn se quedó al lado del piano todo el tiempo, algo que a Liam le molestó.

- ¿Qué quieres? – dijo el Omega, tenso, mientras veía al dueño del establecimiento que los miraba, con recelo por la confianza que se estaba tomando el cliente.

- El camarero me ha dicho que a las nueve tienes un descanso.

- No para compartirlo contigo.

Zayn había dejado un estuche de joyería forrado en piel sobre el piano.

- Es el collar de tu abuela.

- ¡Lo he vendido!

- Te lo estoy devolviendo.

- ¡No lo quiero! ¡Y quiero que te vayas y que me dejes solo!

- ¿Es este caballero un amigo suyo, Liam? – el encargado se había acercado a ellos.

- No.

- Si estuviera en su lugar no haría caso a esa mentira – le advirtió Zayn al encargado-. Su pianista es mi Omega, es mi esposo.

- ¿Es cierto eso?

Liam hubiera querido gritar que era una farsa, pero estaba seguro de que Zayn iba a seguir su disputa. Por fin asintió con la cabeza.

- Y está a punto de hacer una pausa... – agregó Zayn.

Liam atravesó el salón hasta la mesa reservada para su uso personal, cerca del bar. Zayn se sentó frente a él y lo miró inexpresivamente. Había perdido peso, se le notaba en los rasgos sobresalientes de su cara.

- ¿Cómo me has encontrado?

- Con esfuerzo.

- ¿Qué quieres?

Un Matrimonio DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora