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A la mañana siguiente Liam se encontró con la ropa limpia en la habitación. «Muy considerado de su parte», pensó con ironía. Se puso el traje azul de Versace, y
trató de reparar los daños sufridos a su aspecto después de una noche sin dormir.

En la sala se encontró con Zayn detrás del Financial Times. Al verlo lo dejó a un lado y alzó la taza de café.

—Deberías volver a la cama. Pareces la víctima de un vampiro que espera que le den el tercer bocado.

—Muy gracioso.

—Eres afortunado de encontrarte entero, después de lo que he descubierto anoche. Creo que he sido extremadamente tolerante y comprensivo, pero no abuses.

Liam tomó un croissant consciente de la mirada del Alfa en todos sus movimientos. Zayn vestía un traje azul, camisa blanca, corbata roja de seda. Estaba impecable, sin apenas signos de una mala noche. Y parecía haber recuperado totalmente el control.

El Omega sintió odio hacia él. Sus manos temblaron al cortar el bollo.

- Quiero ver a un abogado esta mañana. Quiero el divorcio.

- Estás soñando, me parece.

- Yo...

- ¡Calla! – le ordenó el Alfa.

- No puedes impedírmelo.

- Simplemente hago como que no te he oído.

- ¡No pienso seguir sentado aquí para que me insultes!

- ¡Siéntate! – la voz de Zayn sonó como un latigazo sobre la mesa. Liam se sintió tan intimidado que se volvió a sentar -. Quiero que me escuches.

Liam puso azúcar en su café sin mirarlo. Pensó que lo dejaría hablar. Pero no le impediría el divorcio.

- Hace cinco años yo tenía veinticinco años y tú diecisiete. Eras un niño con un cuerpo fenomenal, un hermoso Omega. ¡Y no me excita la idea de acostarme con un adolescente,
aunque sea mi esposo! Eso me parecía algo perverso. A algunos Alfas les gustan los Omegas muy jóvenes, a mí no.

El castaño seguía con el café en la mano. Jamás había pensado que Zayn pudiera sentirse de ese modo frente a su joven esposo. Y se sintió culpable y molesto por
no haberlo pensado.

- De todos modos, me odiabas – dijo Liam pálido.

- Estaba resentido contigo. No creo que haya llegado a odiarte. Simplemente te descarté de mi vida. Estábamos obligados a estar juntos, y yo resolví esa situación a mi manera.

- Disculpa, si te repugno – dijo Liam irónico, e inmediatamente se dio cuenta de lo infantil que había sido su comentario. No quería revolver el pasado doloroso.

- Comencé a trabajar a los catorce años en uno de los barcos de mi padre. Él era
un hombre anticuado. Quería que yo empezara desde abajo y fuera ascendiendo, porque él lo había hecho así. Yo sabía que necesitaba una educación. Los siguientes ochos años fueron años de dieciocho horas de trabajo. Mi vida consistía en
matarme trabajando y estudiar para mantenerme al día; y a la vez hacía negocios y transacciones en la bolsa. No tuve una verdadera juventud. No tenía tiempo para nada – se quejó Zayn con amargura.

Nunca le había hablado así. Le turbaban sus palabras. Alzó la taza de café, buscando su calor para sentirse menos indefenso. Había tenido una vaga idea de lo
que habían sido sus primeros años de trabajo, pero no hasta qué punto su juventud había carecido de alegría y placer.

- No entiendo para qué me cuentas todo eso.

- Quiero que comprendas lo terrible que era para mí verme obligado a casarme cuando no estaba preparado para ello.

- Lo comprendo - dijo Liam.

- Finalmente alcancé la cima. Por fin era libre como para disfrutar de lo que no había podido disfrutar cuando era más joven.

- Eras libre para acostarte por ahí con quien quisieras. Y entonces te pusieron las bridas y te ataron a mí, ¿no?

- Dios... Sí, si quieres ponerlo en esos términos. Pero no anduve acostándome por ahí. Tú eres un Omega. No puedes comprenderlo. Es una etapa que debemos pasar los Alfas. Y yo la viví más tarde que la mayoría.

«Sexista», pensó Liam. Y además dudaba que Zayn hubiese dejado un sólo Omega sin explorar, a excepción de su esposo, claro. En cambio Liam no tenía derecho a lo mismo. Lo había dejado en un estante, olvidado. Le invadió una amargura infinita.

- Me hago a la idea. Una excusa perfecta y original para el adulterio. ¡Es brillante
realmente!

- No me estoy disculpando. Me casé contigo bajo amenazas. No lo hubiera hecho de otro modo. No estaba preparado para comprometerme de ese modo con ningún Omega a los veinticinco años. Era mejor dejarte solo que compartir la cama contigo y andar por ahí con otros, como probablemente hubiese hecho.

- No lo dudo – dijo Liam con una mezcla de emociones, que iban desde el odio, la rabia, la humillación, y el resentimiento hasta la pena por los años pasados.

- Yo también tenía la idea de que era cumplir las órdenes de Max.

Liam se sonrojó, sintió vergüenza. Sus palabras eran peor que una bofetada.

- En los últimos años me he visto tentado por la idea de llevarte a mi cama. Pero sentía que era venderme al enemigo. Y dudo que hubieras podido disfrutar de una relación conmigo en ese plan.

- Realmente no quiero oír más – admitió Liam.

Pero Zayn lo ignoró.
- Pero ahora Max ha muerto. Quizás no consiga el certificado ése, pero no creo que tú lo tengas tampoco, ni siquiera que sepas de qué se trata.

- No sabes lo aliviado que me siento. Dime, ¿hay necesidad de que sigamos con esta conversación sobre el pasado? – dijo Liam tenso.

Zayn se rió débilmente.
- Ahora estoy preparado para el matrimonio.

Liam respiró hondo. Pestañeó. Se le hizo un nudo en la garganta, mientras sus ojos incrédulos no podían dejar de mirar a Zayn.








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Un Matrimonio DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora