Capítulo 9: Al rescate

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Shinichi 

—Lo siento Ran... —murmuré con la respiración entrecortada, tratando de llenar mis pulmones de oxígeno.

—Estás sudando mucho. —me habló Ran preocupada, al instante sacó un pañuelo de su bolsillo, limpiando mi frente. —¿Por cierto quienes eran esos? —me preguntó preocupada viendo a las escaleras más allá, supuse que habían personas pasando por lo que escuchaba.

—Perdóname, Ran. —murmuré como pude, debido a mi respiración acelerada. —Tal vez no es la mejor ocasión, pero... no me esperes más Ran. —le dije seriamente, quería decírselo todo, quiero estar con Shiho sin miedo a hacer llorar a mi amiga. Desvíe mi mirada ligeramente al ver salir a Ai con la mirada decaída de un árbol, con un dardo anestesiante durmió a Ran en cosa de segundos.

—¿Tenías que decírselo ahora? —murmuró débilmente Ai con las mejillas rojas, acercándose a mí.

—No sé cuándo podré volver... así que simplemente se lo dije. —hablé lo más dulce que pude al ver su ceño fruncido.

—¡Pero no tenías que decírselo ahora! —gritó en un susurró, estaba molesta lo sabía… pero tanto ella como yo, sabíamos que en algún momento tenía que decírselo.

—¡Shiho! —la llamé serio, ella me miró su ceño fruncido, ahora estaba acompañado de lágrimas que amenazaban en salir. —Quiero estar contigo y solo contigo. —le hablé con toda la ternura que me provocaba esa pequeña niña, tomando su mano y acercándose suavemente.

Arregle su cabello tras su oreja, y besé sus pequeños labios tomándola desprevenida.

—Idiota. —susurró con las mejillas rojas, pasando sus pequeños brazos por mi nuca y ocultando su rostro en mi pecho.

—Lo soy. —murmuré devolviéndole el abrazo. —Pero solo tuyo.

—¡¡Dónde está!! —escuche por el único camino de este lugar.

Menos mal estamos lejos. —pensé sintiendo otra oleada de ardor en mi pecho y huesos.

—Shiho… —murmuré apretando los dientes lo más que pude, tratando de no apretarla fuertemente, sintiendo ese dolor tan familiar recorrer todo mi cuerpo.

¡¡Mierda!! —pensé apretando mi agarre en su pequeño cuerpo.

————

Con Hattori y Kazuha corrían hacia adentro del templo mientras eran perseguidos, entraron a un salón donde habían amarrado y amordazado a la chica. 

—Maru Rake Ebisu Ni Oshi Oike. —cantó Kazuha aún con la presión del momento, quienes los perseguían estaban por romper la puerta lo único que los separaba. —Yome San Rokakku Tako Nishiki. ¡Heiji! El Sanjo está dos antes que Tako. —dijo firme la chica de Osaka.

—Dos sobre Tako, y el camino que va de oeste a este es… Tera Gojo Fuya Tomi… ¡Fuyacho es la tercera! ¡Está justo aquí! —exclamó Hattori justo cuando Taiga termina por romper la puerta.

—¡Prepárense! —vociferó Taiga corriendo a ellos.

Al detective no le queda de otra que jalar el cajón y tomar la espada en segundos. Benkei rompió la cubierta de la espada.

—Este jamón característico es igual en ambos lados de la hoja… —hablo astutamente Heiji. —¡Es una espada demoníaca "Muramasa"! —exclamó empujando al hombre hacia atrás con la espada. —¡Es una Katana perfecta para cortar a un monstruo como tú, que está poseído por Yoshitsune! —volvió a hablar tomando la mano de su amiga de infancia sin más, dada la situación no le prestó atención a lo que hacía.

Cruce de la Antigua CapitalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora