4. Mi punto debil ♡

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Sigo mirando a mi padre caminar despacio disimulando que no le duele caminar y que todo este bien y nada le duele. Siempre ha sido así, cada que veía a mi papa cansado y con sueño cuando llegaba de la editorial o firmas, demostraba lo contrario al atravesar la puerta y me quedaba viéndolo y evaluando si lanzármele por el tiempo en su gira de firmas. Sonreía y ese era un gran regalo.

Ocultaba lo que sentía. Quizá herede esa característica porque todo lo que siento lo minimizo, porque siento que hay problemas más grandes y me lo creo yo misma hasta que dejo de hacerlo y es como un volcán en erupción.

Sin embargo hay cosas que no me guardo como el decirles cuanto los amo. A mis amigos y familia. Porque quiero solo concentrarme en lo que es feliz como si lo malo existiera, pero existe y aparece cuando menos te lo esperes porque solo lo escondemos.

Andrés se detiene y me alarmo sosteniendo su brazo.

— Estoy bien, cariño— se yergue y continua pero con la mandíbula tensa.

— No, algo no está bien. No creo que debieron darte de alta—gira la cabeza y la inclina dándome una sonrisa queriendo conciliarme pero no lo hace.

— Solo fue un desmayo. Amaris dijo que todo está bien— se refiere a la encargada de emergencias que lo atendió y compañera de Mama.

No sigo y el silencio de la caminata al auto de Mama me pone nerviosa. Ella ha estado callada y como alejada de lo que conversamos. Parece hacer una evaluación ella misma de la situación y al entrar habla luego de la noche en el hospital. No dijo nada desde que ingresamos al establecimiento. No podía emitir ninguna palabra y sentí el alivio que sintió cuando nos dijeron que Papa había despertado. Mi corazón volvió a latir al verlo porque el miedo carcomió mi mente. No puedo imaginarme una vida sin él.

Fueron las dos horas más tortuosas de mi vida.

— No está de más prevenir y pedir cita para un control completo. Hace años que no te haces uno– lo mira de reojo desde el lugar del piloto.

El asiente y se queda como yo mirando la ventanilla durante todo el recorrido sin dar charla. Y una vez más el pecho me recuerda cuanto puede cambiar tu vida y destruirse en segundos. Porque la mirada de soslayo de Papa no es como antes y eso me lleva a años atrás.

Yo también algún día conoceré a alguien

Livana aprieta los labios aguantándose la risa por la cara de mi padre y me llevo la mano a la boca conteniéndome al ver su cara... El sabe que lo hacemos para bromear con él y abre la boca sin emitir un ruido mostrando su indignación.

No...no...no tendrás novio hasta los cuarenta. Eres mi princesa— hace un puchero y me arrastro por la alfombra a rodear su cuello con mis brazos.

Ya soy grande y mama dijo que podría tener cuando le brillen los ojitos así—parpadeo rápido y curva los labios.

¿En serio?—pregunta y sube la mirada a Mama que mira hacia otro lado mientras se seca el cabello mojado de la ducha que tomo.

En algún momento sucederá amor, tienes que prepararte— la llama con la mano para que se acerque y se siente frente a nosotros. Andrés toma la toalla y masajea el cabello de Livana con cuidado.

Ella voltea y le mira de una manera especial y él le corresponde dándole un beso rápido.

Y al observarlos me pregunto si algún día tendré algo como ellos tienen.

Livana y Andrés ya no se miran como en los muchos recuerdos que tengo a lo largo de mi vida. Es un punto indefinido que solo ellos pueden definir. De aquí en adelante su historia depende de ellos y la decisión que tomen con su relación.

el mejor amigo de mi novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora