Sigo mirando a mi padre caminar despacio disimulando que no le duele caminar y que todo este bien y nada le duele. Siempre ha sido así, cada que veía a mi papa cansado y con sueño cuando llegaba de la editorial o firmas, demostraba lo contrario al atravesar la puerta y me quedaba viéndolo y evaluando si lanzármele por el tiempo en su gira de firmas. Sonreía y ese era un gran regalo.
Ocultaba lo que sentía. Quizá herede esa característica porque todo lo que siento lo minimizo, porque siento que hay problemas más grandes y me lo creo yo misma hasta que dejo de hacerlo y es como un volcán en erupción.
Sin embargo hay cosas que no me guardo como el decirles cuanto los amo. A mis amigos y familia. Porque quiero solo concentrarme en lo que es feliz como si lo malo existiera, pero existe y aparece cuando menos te lo esperes porque solo lo escondemos.
Andrés se detiene y me alarmo sosteniendo su brazo.
— Estoy bien, cariño— se yergue y continua pero con la mandíbula tensa.
— No, algo no está bien. No creo que debieron darte de alta—gira la cabeza y la inclina dándome una sonrisa queriendo conciliarme pero no lo hace.
— Solo fue un desmayo. Amaris dijo que todo está bien— se refiere a la encargada de emergencias que lo atendió y compañera de Mama.
No sigo y el silencio de la caminata al auto de Mama me pone nerviosa. Ella ha estado callada y como alejada de lo que conversamos. Parece hacer una evaluación ella misma de la situación y al entrar habla luego de la noche en el hospital. No dijo nada desde que ingresamos al establecimiento. No podía emitir ninguna palabra y sentí el alivio que sintió cuando nos dijeron que Papa había despertado. Mi corazón volvió a latir al verlo porque el miedo carcomió mi mente. No puedo imaginarme una vida sin él.
Fueron las dos horas más tortuosas de mi vida.
— No está de más prevenir y pedir cita para un control completo. Hace años que no te haces uno– lo mira de reojo desde el lugar del piloto.
El asiente y se queda como yo mirando la ventanilla durante todo el recorrido sin dar charla. Y una vez más el pecho me recuerda cuanto puede cambiar tu vida y destruirse en segundos. Porque la mirada de soslayo de Papa no es como antes y eso me lleva a años atrás.
— Yo también algún día conoceré a alguien
Livana aprieta los labios aguantándose la risa por la cara de mi padre y me llevo la mano a la boca conteniéndome al ver su cara... El sabe que lo hacemos para bromear con él y abre la boca sin emitir un ruido mostrando su indignación.
— No...no...no tendrás novio hasta los cuarenta. Eres mi princesa— hace un puchero y me arrastro por la alfombra a rodear su cuello con mis brazos.
— Ya soy grande y mama dijo que podría tener cuando le brillen los ojitos así—parpadeo rápido y curva los labios.
— ¿En serio?—pregunta y sube la mirada a Mama que mira hacia otro lado mientras se seca el cabello mojado de la ducha que tomo.
— En algún momento sucederá amor, tienes que prepararte— la llama con la mano para que se acerque y se siente frente a nosotros. Andrés toma la toalla y masajea el cabello de Livana con cuidado.
Ella voltea y le mira de una manera especial y él le corresponde dándole un beso rápido.
Y al observarlos me pregunto si algún día tendré algo como ellos tienen.
Livana y Andrés ya no se miran como en los muchos recuerdos que tengo a lo largo de mi vida. Es un punto indefinido que solo ellos pueden definir. De aquí en adelante su historia depende de ellos y la decisión que tomen con su relación.
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el mejor amigo de mi novio
Teen Fiction¿Alguna vez sentiste que tu mundo se derrumbada poco a poco? Esto es lo que le pasa a Valeria, una adolescente que empieza su vida adulta. Asustada de comenzar a asumir esas responsabilidades y ese gran paso. Y ella esta dispuesta a enfrentarlo por...