el mejor amigo de mi novio

3. Una mirada herida♡

                     Disfuten este capitulo que tiene dos perspectivas. 

Valeria Alvarado

Quisiera que la feria hubiera durado toda una eternidad. Disfrutar del día y olvidarme de todo. Pero es imposible y por más que creamos haber superado algo el Mundo te dice que tienes que afrontarlo antes.

Me siento distinta y quizá con un poco de fuerza mientras atravieso la puerta. La luz del comedor está encendida, toda la casa está con luz y el estomago se me empieza a revolver con anticipo por el hecho de enfrentar todo, cuando no es mi culpa.

Toda esperanza de caminar al final y subir las escaleras se cierra cuando Papa se levanta conmocionado y asustado viniendo hacia mí. La angustia en sus ojos rompe toda fuerza y barrera que junte. Mi padre es mi punto débil, mi familia lo es y verle los ojos verdes preocupados por mi me presiona el estomago. No puedo verle herido.

— Mi niña— me abraza y respira como si mi ausencia no lo habría dejado respirar. Apoya mi cabeza en su hombro y acurruca mi cabello. Mis ojos se encuentran a la causante de todo esto— Nos asustaste...no sabíamos dónde te estabas y te fuiste de la fiesta y no entiendo nada.

Intento calmarlo con la mirada pero mis ojos fulminan con odio y desprecio a mi progenitora porque era obvio que no se lo diría. Es tan cobarde y despreciable que cuando se acerca a tocarme la alejo de un manotazo que sorprende a Papa.

— No me toques— le digo dura y cortante. Mientras menos palabras salgan de su boca será mejor. Yo no necesito explicaciones, Papa si— Ya te dije que no me vuelvas a dirigir la palabra.

— No me dejaste explicarte

— A mí no tienes que darme tus explicaciones, no lo necesito— subo el tono de voz.

Me callo cuando recuerdo que mi hermana puede estar en casa.

— ¿Y Clara?— volteo a ver a Andrés confundido con todo.

— Tu mama le pidió a Carol si la podía llevar a su casa.... — me tranquilizo porque ella es muy chiquita para todo lo que viene.

Miro a mi padre que está asustado y eso me enfurece porque odio los secretos y la furia se apodera de mí hacia mi Madre.

— ¿No le dijiste verdad?— ella solo cierra los ojos— ¡Claro que no se lo dijiste! Porque no eres más que una cagona y mentirosa.

El dolor de mis palabras la atraviesan y podría decir que me afecta pero no.

— Cariño... ¿Qué dices?— habla Papa mirando entre nosotras.

— Valeria...basta...

— ¿Basta qué? Es que no tienes los cogones de decir la verdad porque eres una persona horrible que arruino todo. ¡Era mi fiesta de graduación! Eres buena fingiendo sonrisas por aquí y por allá pero en el fondo estas podrida— las lagrimas le invaden los ojos— eres una manzana asquerosa.

— No quería hacerte daño...tan sido un montón de cosas en un mes y yo....

— ¡Cállate, no quiero escucharte!—me llevo las manos temblorosas al oído.

Papa se me acerca y me toma por los hombros perdido en nuestra conversación.

— Creo que tienen que calmarse—me aparta los mechones de la cara— no creo que es el momento, ambas están furiosas. No sé lo que ocurrió pero...lo que sea que haya pasado tu madre no se merece lo que le dices.