Porque La Quiero

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Comenzaba a sentir aquella fantástica sensación que me recorría el cuerpo y se corría en mi salud mental, el agobio, ese momento en el que tu pobre corazón tortuga se traga ochenta bolsas del Lidl y muere en una lenta asfixia, pero deseas seguir tragabdo, sientes como tu vida se va esfumando y ansías acabarla pronto, para no serrar tu cuerpo con la afilada línea entre la vida y la muerte, haces el amago de respirar y decides tragar algo mucho más grande de lo que puedes digerir, para o sentirte empoderada o para morir y desaparecer, le pegas un mordisco a las almorranas de Belén Esteban y sigues muriendote aunque buscas algo más grande, absorbes la cocaina de reserva de Albert Rivera, y te llenas la boca de olor a Malú, el dolor sigue siendo intenso aunque comienzas a sentir una falsa sensación de calma, has podido introducir todo en tu interior, y no has muerto en el intento, y entonces llega el gran golpe, donde te encuentras con algo realmente enorme, con la abrumadora grandeza de aquel gran reto que debes tragar, algo tan grande como la polla de Leticia Sabadel en la Salchipapa, comienzas con la Mamada tratando de introducirlo todo en tus vacíos adentros, y consigues abarcar los primeros veinte centímetros, cuando descubres que la muy puta tiene seis huevos, vas metiendo uno por uno en tu boca, hasta que, cuando estabas a un segundo de ser la primera tortuga que sobrevivió a la Salchipapa Más Transexual de los Reinos de Telecinco, algo chasquea en tu interior, no sabes si es la cocaina, el olor a Malú, el maxi pedido del Lidl o la crisis de identidad de Leticia, pero has cerrado los ojos y te precipitas al vacío, para siempre, no has conseguido comer la última polla, y parece como si no hubieses tragado nada.

Me encontraba desolada en mi despacho, pensando en aquel chaval y las cosas horribles que me habían contado sobre él, las imágenes de mi mente se entrechocaban entre sí, el chaval simpático que conseguiría todo lo que se propusiese y ese terrible monstruo que sufrió innumerables tragedias y que asesinó un hombre, ese psicópata despiadado que alucinaba con su pasado, aquella bestia sanguinaria que no dudaría en asesinarnos a todos, aquella horrorosa faceta se unía a la de un chaval atractivo y sensual al que besaba constantemente en mi mente, todos aquellas rasgos de personalidad formaban la cara que me habia estado atormentando desde la última vez que nos vimos.
Después mi fugaz consultorio con él, hablé con su psiquiatra, y me autoconvencí de que esa presencia demente y trastornada no debía de confraternizar con la poderosa escena de una noche sigilosa y presas a las que cazar, me sentí bien por un momento, elevada ante los abismos de la culpa, por los dos o tres peldaños de madurez a los que me habia aferrado, y los pensamientos del vergonzoso polvo que eché con Felipe. Llevaba noches sin dormir, dando vueltas por las luminosas y estrechas calles de mi barrio, como haciendo trapecismo por el fino tanga de luz del culazo de la locura. La imagen del chico encerrado con una triste sonrisa en los labios me atormentaba y hacía que me encerrase con las mismas cadenas con las que había reclutado a Yogor. En mis pensamientos yacía en el suelo, cubierto por su propio sudor, y ahogandose en las lágrimas de un ser sin libertad, y ahí estaba frente a mí, la petición escrita que Yogor había escrito, después de leerla debía de reunirme con la psiquiatra y ambas tomaríamos la decisión rotunda de quitarle la mediación por completo o seguir con el mismo tratamiento o incluso ampliarlo a más sustancias.
Por lo visto Yogor se había estado portando bien los últimos meses, según lo que me habló su psiquiatra, daba signos de mejoría en cuanto a los impulsos a pesar de ser implacable frío, manipulador e inexpresivo, cuando la psiquiatra le preguntó que era lo que quería le dijo exactamente lo que me dijo a mí, que yo le había contado al personal que le atendía y finalmente la psiquiatra decidió hacer caso al joven asesino y jugar toda la partida a una sola carta, o la completa retirada de revisión y medicamentos o ponerse la camisa de fuerza y ver al unicornio rosa que tanto te chupa la pirula.
Mis manos temblaban como si aquel folio fuese la puerta hacia otra existencia, quizá el mundo paralelo en donde viven los psicópatas, donde la sangre nunca se ve tan roja, ese sitio al que todos los especialistas tememos llegar, y cuando leí la primera palabra, ya supe cual iba a ser mi respuesta:
"Mis sentimientos parecieron escaparse por la herida que se abrió en el pasado, desee entonces no vivo encerrado en la carne humana, resulta difícil de explicar o imaginar si eres de esos a los que una cara bonita les acelera la respiración o de los que piensan que todo se rige por la línea de un bien y un mal claro, en definitiva si eres un humano. No pretendo mentiros diciendo que me siento arrepentido o preparado para volver a encontrar la felicidad, porque sabéis mejor que nadie que me moriré haber conocido la plenitud, pero os aseguro que no siento el deseo de hacer daño, ni de torturar a los demás, y creo que estoy preparado para afrontar una vida sin sentimientos o como quiera que se llame que se llame a esa especie de autismo en el vivo.
He estado presentando alucinaciones las últimas semanas, y se que eso os hará pensaros o incluso denegar sin ningún derecho a replica mi petición, pero más que comprenderlas, me gustaría que vieseis lo que yo veo, la noche después de que me viese la psicologa mi hermano me despertó por la noche, no están cubierto por sangre, ni tampoco exhalaba su último aliento, era una especie de ángel que me miró a la cara y me aseguró que nada de eso volvería a doler nunca más, que no volvería aquellas voces que resurgian de mis oscuros placeres y que acabarían con mi vida.
No pretendo extenderme más, ya que prefiero que mis palabras sean tan sinceras como lo que estoy proponiendo, si bien no podré sentir nunca nada, me llena un buen vacío, un muy buen vacío que nunca dañará a nadie ni se llenará de horribles acciones.

Noches LuminosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora