Es extraño lo mucho que te puede atrapar una sola habitación, cuando pensamos en una habitación es un lugar confortable que pelea junto con la otras habitaciones de un piso mal hipotecado por adquirir el término de hogar, puede ser un lugar que reúna recuerdos, o el mal escondite de un vibrador grotesco con el que te zambombeas al pensar en Bon Jovi, quizá incluso un santuario, una habitación puede ser maravillosa, una especie de portal en el que cada noche se te concede el acceso a mundos inmesurables de gran fantasía o al pelo púbico del actor que te ponga más cachonda durante ocho horas seguidas, pero conforme vas entregando tus secretos a la habitación, esta comienza encerrarse utilizando tus propios pensamientos como las osciras paredes de un nuevo lugar metamorfo, la celda, este es el más maldito altar de la claustrofobia, donde de los claros y modernistas muebles de Ikea, comienzan a brotar surrealistas posters de imitadores turcos de One Direction, donde las ventanas que en un momento fueron las alas del Pegaso soñador de tus fantasías, se convierte en el tétrico cristal del que borran las oscuras raíces de las frases de autoayudas conceptos amorfos, babosas mentales y viscerales que se pegan a tus post it rosas con olor a lágrimas e ingles sudorosas. La celda, el lugar en el que ni siquiera el más valiente e inmaculado Angel puede evitar que suenen satánicas canciones de adolescentes prepuber que no llegarían ni al do ni al orgasmo, donde la diabetes se compra un puto sombrero de sherrif y se folla a su hermana para controlar toda tu puta sangre, desde ese momento, eres como péndulo sin su cuerda, como un Michael Jackson obeso y con Parkinson, ya que no tienes vuelta atrás.
Ese momento donde tu bonita foto sonriente de la graduación se compra todas las putas papeletas para ser sospechosa de un negocio de metanfetamina, y un programa de desinfección del gobierno de yogur caducado. Y el hedor de la celda en la que vives no sólo afecta a la habitación, si no también a las pobres víctimas que las rodean, esa pequeña y bonita escalera de metro y medio, es cada vez más difícil de bajar, y cuando menos te lo esperas se ha convertido en el gargantuesco rabo del dios de madera del bricolaje, y estás encerrado en tu celda, en tu pequeña torre, como si fueras una pequeña Rapunzel, pero de pelo púbico y un bigote mal afeitado, y así campaba esta superviviente, después de sentir envidia de las condiciones en las que vivió Ana Frank, tras haber leído varias veces el diario de mi sanguinario amado y desear más nunca un bonito pajarito que entrase por mi ventana me diese antidepresivos y me recordarse que los humanos no están hechos para vivir como babosas.
Quizá habían pasado semanas, quizá meses, o quizá ahí fuera era el juicio final y Jesús estaba repartiendo hostias a los pervertidos lectores de Playboy, yo que coño sabía, solo leía lloraba y volvía a leer, sin entender realmente cómo funcionaba la mente de un asesino y pensando que parecía mucho más fácil analizar un criminal en las series donde un maricon megalomano con eyaculacion precoz y una deuda estelar en tintes rubios para señora daban vueltecitas sobre al escena del crimen y le gritaban a su compañero alcohólico con nombre escocés, "Oh McGarreth ven a ver esto amigo". A pesar de haber estado leyendo tanto realmente no sabía casi nada de Yogor, excepto la trágica muerte de su hermano, y bastante poco más, ya que todo estaba lleno de putas metáforas y mierdas sin sentido, eso o frases como "necesito sangre" o "quiero probar la carne, pero no matar al benado". Estaba sorprendida no sabía si llevarle a Mc Donald's a un certamen de poesía o decirle cual de mis riñones era más fácil de mutilar, además llevaba varias semanas sin ir a clase lo que significó que recibí la visita del Gorrión y por si no sabéis quien coño es ese degenerado porque no fumais anfetas y aspirais llegar a los cincuenta y no tener que soportar las ridículas audiciones de un teatro municipal os lo diré:
Gorrión es un... extraño ser de veinte y muchísimos, que se obsesiono con los cómics cuando era un chaval, un pobre gordo retrasado que siempre lleva un cinta antigua de películas mafiosas pegada a las tetas porque piensa que el olor a crimen atraerá a la liga de la justicia y pdora follarse a wonder Woman, un señor que vive literalmente a las afueras de una tienda cómic esperando que las figuras cobren vida y que pueda follarse a Wonder Woman, un tío raro al que echaron de la escuela primaria por llegar siempre mojado de aceite de coche del dueño de la tienda de cómics, al parecer durmió debajo de su coche durante dos semanas alimentándose del plástico de los neumáticos porque pensaba que era Superman y quería desenmascalarle para que le cediese sus poderes a cambio de no revelar su identidad. Nadie sabe realmente cuántos años tiene o si tuvo algún trabajo de verdad, pero alguien dijo una vez que le metieron en la cárcel por comerse la ropa interior de la lavandería para sobrevivir a vivir detrás del creador de la tienda de cómic y no tener que volver a casa de su abuela y que le recordasen que el puto Spiderman no existía.
Pero como cualquier persona Gorrión también tuvo un época dorada, resultó que el tío de la tienda de cómic era ruso y al sentirse espiado por Gorrión pensó que los soviéticos iban detrás suya, se volvió loco y se suicidó, cuando la policía llegó allí por el olor del cadáver se encontraron al pobre Gorrión dormido en la acera malnutrido y con una bragas XL media comidas en la cara y pensaron que era un drogadicto así que lo llevaron a un centro de rehabilitación, allí conoció a una simpática porretas que como todas las personas de allí estudiaba en la facultad de Mamá Golfeta, y ella fue la que le dijo al pobre Gorrión que si quería ser Superman debía de estudiar actuación ya que ella malinterpreto su obsesivo deseo sexual con la ropa apretada con estrellas con un sueño de representar un personaje, y así acabó conociendo a Mamá Golfeta quien seguramente lo esclavizó sexualmente y le puso a cargo de recordar a los que faltabamos a clase de que aunque no lo pareciese arte dramático era una carrera y debíamos de asistir a clase hasta que al menos supiese si nos había follado o no, y así la brillante arte de la actuación y la tragicomedia moderna transformó un desecho social que dormía en las afueras y vestía siempre de superheroes, a un desecho social que dormía en las afueras, vestía siempre trajes ridículamente estrechos de superheroes, tenía un sueldo mensual de menos de cincuenta euros y poseía un extraño triciclo con el que se paseaba por los bajos de la ciudad para avisar a los asesinos, a los drogata o a los depresivos de que debían del volver al nido de Mamá Golfeta y ahí la razón por la que le llamaban Gorrión y no el gilipollas obeso cachondo retarder al que no se le levanta y me mira fumar porros.
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Noches Luminosas
MizahHistoria sobre amor y la fama, sobre los altos fondos, y la salud mental, esa hipócrita zorra....