Insomnia

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El autobús seguía su camino sin importar los enormes trozos de granizo que caían en el exterior y que fácilmente podrían romper el vidrio superior de este; sin importar que su única pasajera deambulara del frente de este hasta el último asiento desesperada buscando una salida de ese lugar, todos ya se habían ido, incluso ella, Araceli se había bajado y siguió su camino sin volver la vista ni un instante mientras ella se pegaba a la ventana implorando una última mirada de su parte que le devolviera las esperanzas de llegar a casa, de poder bajarse de ese autobús que no parecía llevarla a ninguna parte, pero nada, simplemente siguió su camino y entró a su hogar justo antes de que la lluvia se soltara.

Todo era su culpa, ella se distrajo hablando con un hombre extraño que le mostró una foto de su familia donde solo se apreciaba a ella y su madre rodeadas de monstruos; cerró sus ojos deseando que no fuera verdad, que eso no era cierto, esa NO era su familia, ella no los veía así e, incluso si lo hacía, se negaba a aceptar que esa foto fuese verdad; en cuanto abrió los ojos sólo escucho la puerta abrirse y a Araceli bajar, en su memoria estaba que su parada debía llegar primero, pero no llegó, nunca bajó y ahora estaba atrapada en ese autobús en medio de una tormenta de granizos del tamaño de un perro buscando totalmente desesperada una salida, sin saber si era más peligroso quedarse en ese autobús sin saber a dónde se dirigía o salir con el peligro de ser aplastada por esos inmensos bloques de agua congelada.

Simplemente estaba atrapada.

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Los gritos de la mujer se seguían oyendo, mientras una joven de cabello rizado sólo observaba sin expresión alguna en su rostro el espectáculo que ella misma causó donde ambas criaturas frente a ella sufrían de maneras distintas; la mujer estaba siendo devorada viva, el monstruo se alimentaba de ella con mirada furibunda deseando que fuese aquella que los observaba la que estuviese entre sus dientes y no aquella mujer por quien nunca reparo, deseaba tener a aquella que lo tenía encadenado a aquel lugar controlándolo con aquel control desde esa misma mañana.

Cuando los sollozos de aquella mujer dejaron de ser audibles y la misma mujer dejó de existir la joven solamente se retiro del cuarto de su madre cerrando la puerta y bajando las escaleras para saber que era lo que estaba cocinando su progenitora en la cocina; esta, al verla, sólo menea la cabeza en señal de desacuerdo ante las atrocidades que realiza su hija, sabiendo que no podría reprenderla para que ella sola sufriera las consecuencias de sus actos cuando el momento llegase.

Y vaya que ese momento llego pronto, pues aun sin terminar de cocinar, en el piso de arriba se escuchaban cadenas romperse y pesados pasos abrirse camino por el dormitorio; la joven, entrando en un estado de desesperación toma el control en su mano sin ser capaz de recordar cómo detenerlo, ninguno de los botones le parecía conocido, era su control, lo sabía, pero no era ella misma. Su cara desfigurada de terror mientras escuchaba los pasos cada vez más cerca, iba por ella, ella moriría, ella ni siquiera entendía por qué había hecho eso.

Los pasos cada vez más cerca y las lágrimas cayendo por sus ojos mientras apretaba todos los botones que encontraba intentando detenerlo, intentando salvarse, pero ninguno surtía efecto.

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Ella era la favorita de la clase, había logrado el experimento con los pedazos de limón que le había proporcionado la maestra aun sin haber alcanzado una mesa donde trabajar.

La aprobación, oh que bella mirada de aprobación le brindaba la maestra de biología en ese momento, se sentía especial, se sentía notada por encima de los demás, como si su simple existencia significara algo en ese momento a los ojos de su maestra.

La clase dio por concluida y todos volvieron a sus dormitorios dentro del campamento mientras la maestra cerraba todas las cortinas de su salón y abría la puerta de la bodega del laboratorio, prendiendo la luz para continuar con sus "experimentos" mientras pensaba que el futuro de ese lugar probablemente estaría en las manos de esa niña, sí, tal vez si sigue mostrando sus habilidades le será muy útil.

Dentro de una caja cerrada con tubos saliendo de ella se encontraban los cuerpos de muchos niños pequeños, tal vez de 3 o 5 años máximo, siendo convertidos en la energía que daba vida a todo ese lugar, a todo el campamento y, sobre todo, a los experimentos raros de una maestra que llevó a sus niños a "acampar" lejos de la vista de cualquier curioso que pueda poner en tela de duda llevarse a niños sin el consentimiento de sus padres, despellejar a uno que otro de ellos y querer instruirlos en el fino arte de la "experimentación".

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Un par de ojos cerrados con fuerza y un cuerpo tiritante envueltos en sabanas color azul en la penumbra de la noche es lo único que se aprecia en un cuarto a oscuras a las plenas 2:00 AM.

Ella estaba despierta, oh claro que estaba despierta, como se suponía que volvería a dormir después de eso.

Lentamente abre los ojos encontrándose con la soledad de su cuarto, con sus blancas paredes y con que todo había sido un sueño, otra vez. La joven se queda despierta mirando a la nada intentando negarse a si misma que algo de lo que ocurrió en sus sueños pasó en verdad, ella lo sabe, es consiente de que fueron sólo sueños, pero todo se sintió tan real, las sensaciones, las cosas a su alrededor, la angustia y la desesperación seguían clavadas en lo más profundo de su ser.

Luego de lo que parecieron horas mirando a la nada, que seguramente sólo fueron un par de minutos, decide que no quiere pensar en ello, tal vez no sean exactamente terroríficos sus sueños, lo que le aterra es pensar en qué podrían significar, qué parte de su ajetreada vida intentan representar y que esas emociones son reales en ella, sus sueños sólo las acentúan, pero nunca se van.

Con la mano izquierda comienza a palpar la cama en busca de Bob, su viejo oso de peluche que parece realmente contener magia, la magia de brindarle paz cada que lo abraza, la misma magia de cuando ella tenía 7 años conservada a sus ahora 15 años; al no encontrarlo se gira sobre si misma llegando al borde de la cama para verlo en el suelo, tal vez se movió mucho durante la noche intentando alcanzar el autobús que la llevaría a casa y terminó tirándolo dando paso a las pesadillas y todo de lo que se escondía tras el pequeño cuerpo de no más de 40cm de pura tela de Bob; estirando su mano, lo toma y lo envuelve en un necesitado abrazo, respirando profundamente como si no hubiese podido hacerlo desde que despertó hasta ese momento y se diera cuenta de la falta que le hizo tener aire limpio de nuevo en su sistema, una solitaria lágrima rueda por su mejilla derecha mientras mantiene los ojos cerrados; no volvería a dormir, no era capaz de tan si quiera intentar regresar al mundo onírico que habitaba su cabeza por temor a volver a atrapada, por sentir que su vida corre peligro, por volver a sentirse una mala persona.

Las ojeras bajo sus ojos delataban que esta no era la primera vez que pasaba esto, cada noche, cada vez que intentaba descansar del mundo real, un mundo de fantasía la buscaba atacar sin darle tregua alguna.

Ya más calmada se levanta de su cama directo a su computador en busca de algo que la distraiga por las próximas 4 horas hasta que su alarma suene buscando "regresarla a la realidad". 

Historias de un bolilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora