Beach

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El sol golpeaba su nívea piel dejándola de un tostado color con el paso del tiempo, mientras Lía descansaba sobre una tersa toalla color durazno que la separaba de la incomodidad que es estar en contacto directo con la arena y sentir como se filtra por cada parte de tu piel, un par de lentes de sol protegían su vista mientras su pelo castaño yacía hecho una trenza reposando en su hombro derecho; y que decir que era una hermosa imagen, una joven mujer recostada en la playa tomando el sol en nada más que un bikini que cubría sólo lo necesario; suerte que solamente Sofía era la bendecida con aquella vista.
Tras salir del agua se acerca con sigilo hasta llegar al lado de su amante, se sienta al lado de ella y ya no son unas jóvenes de 20 y 22, ahora son un par de ancianas mujeres que celebran el día de su aniversario.
Ese mismo día varias décadas atrás, Lía había huido de su familia y el compromiso con Arnold, el hijo mayor de los amigos de su padre, se suponía que su matrimonio uniría las empresas familiares y que ella le daría 3 hijos que heredarán estas, más nadie se espero que en la cena familiar donde los jóvenes fueron presentados oficialmente a Lía le llamase más la atención la hermana menor de su prometido que su prometido mismo. Es una amistad, se repetía mentalmente después de cada salida juntas, solo somos amigas se gritaba cada que su mente divagaba sobre su hermosa sonrisa o el suave tacto de su mano. Por su lado Sofía deseaba huir de sí misma al sentirse rara cada vez que estaba con la prometida de su hermano, ella ya comenzaba a llamarlo atracción, pero estaba mal, demaciado mal, ella se suponía se casaría en un futuro con algún otro hijo de amigos de la familia para ampliar el negocio o, si tenía suerte, con algún galán de su institución, estaba mal, muy mal, no le podía gustar Lía, era una mujer y eso estaba mal, no le podían gustar las mujeres, sería una aberración, una vergüenza para su familia, ¿qué diría su madre?, ¿cómo volvería a ver a los ojos a su padre?, no, no y no, se negaba a aceptar que ese sentimiento de atracción fuese más lejos, por más que adorase cada momento que pasaba con Lía, por más que se sintiera adicta a la melodía de su voz, por más que se sintiera libre cada que estaba al lado de ella.
Los meses pasaron y el matrimonio se llevó a cabo, Lía estaba segura que con eso erradicaría por completo esas raras sensaciones que se apoderaba de su ser cada que convivía con su cuñada, tal vez sólo era ansiedad por el compromiso futuro y una vez este se consumara todo volvería a la normalidad, bueno, a una nueva normalidad donde ella estaría casada. Pero no fue así, el matrimonio se consumó en la luna de miel y Lía no pudo más que sentir incomodidad y desagrado al estar al lado de Arnold, cada día que pasaba se sentía más atrapada e indecisa al compartir hogar con la dueña de sus dudas, Lía se sentía perdida, casada a los 18 con un hombre mayor que ella por 4 años, viviendo con su familia y su hermana de 16, definitivamente estaba empezando su vida muy temprano y sin estar segura de nada d elo qué estaba haciendo.
Sofía por lo consiguiente se sentía más apagada conforme pasaba el tiempo, no solo sentirse una aberración para la sociedad y una deshonra para su familia, sino saber que la única persona que en verdad amaba estaba encadenada a su hermano y tendría que vivir diariamente con ese recordatorio, no podía ser grosera con Lía, nunca podría, solo podría abstenerse y observar como su hermano la besaba, observar como toda ella se le escapaba de las manos.
Así pasaron 2 tristes años, hasta que Sofía con 18 años fue comprometida con el hijo de un banquero adinerado, tal vez fue un poco el vino de la cena, tal vez otro poco el shock de la noticia o tal vez sólo fueron los años de soportar los sentimientos enclaustrados que decidieron explotar esa misma noche donde una algo pasada de copas Sofía fue a dar a la habitación de su hermano y su esposa para confesar entre hipidos sus sentimientos por esta, siendo llevada a su habitación después de un corto también me gustas de parte de Lía.
Sobra decir que desde ese día las cosas entre ambas fueron distintas, al principio había algo de tensión por lo dicho, después temor por ser mal vista por la contraria y al final pequeños arrumacos de "amigas" que se sentían como algo más pero que nadie podía juzgar bajo la permanente coartada de amistad femenina.
Lamentablemente esto no detuvo el compromiso de Sofía o el ya pactado matrimonio de Lía, pero a ellas dejó de importarles tras casarse Sofía y decidir que ellas eran más importantes que todo ese mundo de lujos y apariencias, ellas aprendieron por mano propia que el sentir y amarse entre ellas estaba bien, porque se sentía bien y eso era más importante que cualquier prejuicio sobre eso.
Sofía comenzó a ahorrar dinero de algunos gastos que le daba Bernardo preparándose para alejarse de todo aquello; 2 años más fueron el plazo que les tomó reunir los suficientes ahorros y encontrás la noche idónea para ejecutar su tan esperado plan; Sofía fue a casa de Lía por la noche quien había puesto de excusa su periodo para estar encerrada en el cuarto de baño y salir por la ventana de este, con Lía fuera se dirigieron a la estación de autobuses donde tomaron un autobús que las llevó a una playa lejos de su hogar, donde comenzaron uno nuevo y propio.
Ellas nunca mentirían diciendo que fue fácil a partir de ahí, pero estaban juntas y eso era todo lo que importaba después de todo, llegando a la vejez juntas, llendo cada aniversario a visitar la misma playa donde consiguieron su libertad.

Historias de un bolilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora