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En una vieja casa oculta dentro de la vastedad de un bosque un reloj marcaba la 1:31 A.M, hora en que la vida abandonaba el cuerpo de una mujer a mano de un par de adolescentes que terminaron perdidos en el bosque por irse fijando más en sus celulares que en las instrucciones que daba el guía de su excursión.

Héctor y Giselle no eran hermanos ni mucho menos, a penas se sostenían la palabra para cosas escolares, pero ambos salieron del camino juntos al ser los únicos en no hacer caso al profesor Ramsés de guardar todo aparato electrónico lo que durase su estadía en el lugar, por un lado Héctor no deseaba desconectarse de un juego en su celular, asumiendo que este sería más interesante que ver un par de rocas y árboles demasiado juntos como era ese bosque al que su madre insistió en enviarlo, por su lado Giselle no despegaba el ojo de su conversación con su novio un año mayor que fue llevado a ese mismo lugar una semana atrás para no juntar grupos, ella sólo accedió al viaje por el punto extra que le prometió la maestra Irma y que justo necesitaba para pasar su horrenda materia de biología.

El profesor Ramsés había propuesto salir a explorar el lugar para que les explicase la forma en la que viven los seres de ese ecosistema, prometiendo llegar a un claro cerca de dónde se hospedaba donde podrían realizar varias dinámicas, el claro era un lugar hermoso, los árboles formaban un circulo y sus hojas impedían el completo paso de la luz del sol permitiendo una iluminación que para los estudiantes parecía sacada de un verdadero cuento de hadas o de la mente de algún pintor fantasioso; lástima que lo único que Héctor y Giselle vieron fue la espalda de sus compañeros y la espesura del bosque, tal vez fueron 20 minutos los que siguieron caminando son darse cuenta que se habían alejado del grupo, 20 minutos suficientes para alejarse suficiente de su lugar de hospedaje.

Giselle fue la primera que alzó la vista para buscar a Laura, su mejor amiga, y hacerle un breve resumen de la conversación que acababa de tener con su novio y su reciente invitación a comer a la casa de sus padres, grande fue su sorpresa cuando lo único que podía ver a su alrededor eran árboles y otro joven que no detenía su andar con la vista fija en un aparato con la iluminación demasiado fuerte para mantener una vista sana.

Giselle lo llamó varias veces, pero este parecía simplemente no importarle nada más allá de su juego hasta que esta lo jaló del brazo obligándolo a levantar la vista furibundo por hacerle perder la concentración, después de gritarle una maldición en la cara a Giselle esta le señaló a su alrededor remarcando el hecho de que no tenía idea de dónde se encontraban ellos o los demás o cómo habían legado ahí como para que pudiesen regresar porque recuerda haber dado varias vueltas en su trayecto, Héctor queda pasmado un momento sin saber qué hacer o decir mientras Giselle comienza a hiperventilar presa del pánico que le provoca que su compañero no supiese que hacer ahogando sus esperanzas de volver con su guía; uno diría que se soltarían varias opciones para solucionar el problema y que habría un conflicto de intereses entre ambos pero, a penas se recuperó del shock, Héctor sugirió moverse como recordasen haberlo hecho antes y Giselle aceptó a la primera sin detenerse un momento a dudar de la efectividad de aquella idea o las posibles consecuencias de que saliese mal; así pasaron ambos la tarde entre pequeñas disputas sobre cómo recordaban el camino, hasta que Giselle vio a su alrededor notando que la luz del sol de por si escasa por las hojas que adornaban las copas de los árboles comenzaba a desaparecer por completo mientras que el cielo se teñía de un morado rojizo y ellos aún no se sentían cerca de las cabañas, Giselle se daba por perdida, en el mejor de los escenarios tardarían días para encontrarlos por lo basto que resultaba el bosque, un par de lágrimas comenzaban a nublar su vista hasta que Héctor se para en seco señalando una cabaña algo vieja que, aunque no era en la que se habían hospedado antes, con suerte le pertenecía a algún guardabosques que tuviese forma de regresarlos con sus amigos así que se acercaron observando un gran huerto lleno de lo que parecían zanahorias y arbustos de vayas. Héctor tocó la puerta con intensidad, como si desease derribarla, explicando a Giselle cuando esta le reclamó que era para que lo oyeran fuerte y necesitado dentro, así estuviese dormido su habitante, pasaron tal vez 2 minutos hasta que oyeron pasos y una mujer de aspecto bastante acabado les abrió la puerta con mirada de confusión.

La anciana Francis había vivido sus buenos años en la ciudad, hasta que se casó con Jaime y se fue a vivir con él en una cabaña de un bosque en el que fungía como guardabosques, cultivando todo lo que comiesen en su propio huerto, tuvieron 2 hijos juntos, por los cuales Francis se fue a vivir con su madre por varios años para que sus hijos fuesen a la escuela, de por lo menos hasta que tuvieron edad suficiente como para ir a la preparatoria solos; ella era bastante feliz con su vida a lado de su amado esposo, con la visita constante de sus 2 hijos, de por lo menos así lo fue hasta que su esposo falleció de cáncer, ella se vio devastada, el dueño del bosque les había tomado afecto así que le ofreció quedarse en la casa si era lo que deseaba, ambos de sus hijos le ofrecieron irse a vivir con ellos, pero ella se negó, ella deseaba quedarse a vivir donde su amado lo había hecho, las tragedias sucedieron a esta mujer al perder a uno de sus hijos en medio de un asalto a un banco donde desafortunadamente se encontraba, su otro hijo se fue a vivir a otro país para hacer vida con su prometida y ella se convirtió en una ermitaña que vivía alejada de todo contacto con la civilización y que no había tenido una visita desde la partida de su hijo al extranjero, ninguna hasta que abrió la puerta a un par de jóvenes que sellarían su destino.

Héctor dio una breve explicación de su situación a la anciana que los dejó pasar a su hogar, siendo secundado por Giselle en algunas partes, la mujer les ofreció su hospitalidad, comida hecha por ella misma horas antes en un viejo caldero de sopa, de la cual ella no comió alegando que sólo tenía 2 platos y era mejor que ellos comieran, cuando los jóvenes pidieron su ayuda, esta les dijo que se quedaran a dormir esa noche y partieran al día siguiente pues el sol ya se había ocultado y sería fatal para ellos salir sin luz, ya que se arriesgarían a resbalar con alguna piedra y sufrir heridas graves; para Giselle esto fue muy sabio, pero para un supersticioso Héctor esto sólo le recordó los cuentos que su madre le contaba de niño para asustarlo y hacerlo dormir, sobre todo aquel de los dos pequeños perdidos en el bosque que encontraron una casa de dulces y terminaron siendo casi cocinados. Una vez en el cuarto con misteriosamente 2 camas le contó a Giselle su teoría sobre el caldero, la sopa y, ahora, la extrañeza de que sólo hubiera 2 camas y 2 platos, en verdad no le fue muy difícil convencer a Giselle; pobre mujer, había dejado entrar a un joven supersticioso y a una joven influenciable.

Pasaban las 12 cuando ambos decidieron salir con sigilo en busca de su denominada bruja, la anciana mujer se encontraba tejiendo frente a su chimenea cuando fue victima de un ataque por la espalda de un par de jóvenes que recreaban la escena de un viejo cuento infantil; al final, la mujer decía la verdad sobre la oscuridad del exterior y sus peligros, pero ni Héctor ni Giselle se sentían capaces de dejar que la bruja los cocinase, así que decidieron actuar primero, terminando con la vida de una pobre anciana que no tenía más en la vida que aquella casa donde se encontraba y un hijo lejos que no regresaría hasta dentro de 5 meses para encontrar el cadáver putrefacto de su madre sentada frente a la chimenea con una bola de lana en sus manos.

Historias de un bolilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora