Entre uno que otro arbusto, un grupo de amigos yacía sentados en circulo comiendo cuanta chuchería habían encontrado en una tienda mientras descansaban de las recién terminadas clases en su preparatoria entre anécdotas y malos chistes; Fátima, Paola, Adela, Teresa y Yamil habían terminado sus clases a penas una hora antes y emprendieron el camino juntos a un parque cercano buscando perder un par de horas hasta que fuese hora de regresar a sus respectivas casas y olvidarse de la escuela hasta el lunes próximo.
Fátima estaba sentada de piernas cruzadas con su mochila entre ella y una bolsa de papas semi vacía entre sus manos cuando observó un movimiento entre los arbustos, alertando a los demás levantó un poco la cabeza para observar lo que pasaba más allá de su refugio encontrándose con que no había nada, literalmente, ni un alma rodeaba el lugar; Adela se paró completamente observando un par de personas a lo lejos que intentaban entrar a la tienda donde habían conseguido sus frituras siendo que esta se encontraba cerrada ahora; Teresa y Paola se levantaron de su lugar acostadas en el pasto con sus mochilas como almohadas al escuchar que Adela avisaba de lo raro de la situación; Yamil, que se encontraba en su celular, suelta una queja al perder una partida por falta de señal en su celular, Fátima saca su propio celular y obliga a los demás a sacar el suyo para corroborar que alguno de ellos tenga señal en el aparato, siendo negativa la respuesta por parte de todos. Sin esperar más, presa del pánico creciente en su interior, Teresa sale de entre los arbustos con la premisa de que saldría a revisar alrededor y ver si no había nadie más o sólo fuera el lugar que se encontraba desprovisto de personas, a su búsqueda se unió Adela negándose a alejarse una de la otra, mientras Yamil, Fátima y Paola se quedaban a recoger el lugar y ver si pasaba algo en lo que regresaban.
Teresa y Adela caminaban una al lado de la otra entre una conversación que corría en torno a lo parecido que la situación se sentía a una mala película de terror, soltando uno que otro chiste sobre una posible abducción alienígena y el emerger del diablo para hacer la trama cliché; llevaban un buen tramo recorrido sin encontrar alma transitando el lugar, ni siquiera podían escuchar el cantar de algún ave entre las ramas de los árboles o algún carro a la lejanía. Cuando lograron escuchar un ruido se miraron entre ellas y se acercaron de a poco al lugar donde provenían aquellos sonidos raros a los que no encontraban semejanza con algo que hubiesen escuchado antes, a penas se asomaron Adela se hizo atrás jalando a Teresa evitando hacer ruido mientras buscaba regresar donde sus amigos para marcharse cuanto antes del lugar.
Paola fue la primera que las vio, Adela con la cara pálida y Teresa con la mirada perdida en algún lugar del pasto a sus pies, Paola les pregunto que pasó, Adela comenzaba a explicar entre balbuceos cuando Teresa soltó alarmada "¡SE LO ESTABA COMIENDO!", detrás de los arbustos por los que Teresa y Adela se asomaron había un hombre de vestir andrajoso en cuclillas mientras un cuerpo de otro hombre robusto con el rostro totalmente desfigurado de lo que probablemente fuese un golpe con una botella de licor por uno que otro pedazo de vidrio incrustado en su cara y el cabello mojado, el hombre en el suelo era rodeado por un pequeño charco de sangre que se extendía hasta a penas rozar los pies descalzos del otro hombre que hacía sonidos desagradables mientras engullía un pedazo de carne sacado de la pierna del contrario con la boca rebosante de sangre y las manos continuando rasgando los músculos de este. La respiración de Teresa comenzó a ser más pesada y dificultosa mientras los demás intentaban procesar la explicación que había prestado entre tartamudeos Adela de lo acontecido; después de un momento Fátima propuso quedarse un momento más en ese lugar por temor a lo que podrían encontrarse si volvieran a salir, Paola se acercó a Teresa y le ofreció un sorbo de agua y un chocolate que le había sobrado de sus dulces para tranquilizarla un poco, esta se lo agradeció en un susurro a penas lo suficientemente audible para ser entendido por Paola.
Pasaron un par de minutos entre los arbustos con los nervios a flor de piel ante cualquier sonido del exterior cunado Yamil ofreció la idea de intentar salir todos juntos siendo lo más silenciosos posibles para buscar ayuda y regresar a casa, objetando que no podían quedarse ahí hasta que fueran encontrados, Fátima y Adela objetaron comenzando una riña entre susurros hasta que Teresa habló apoyando a Yamil diciendo que podrían ir a la tienda en busca de alguna clase de refugio o ayuda aprovechando que esta quedaba en dirección contraria a el lugar donde encontraron al hombre Adela y ella, Paola interrumpió recordándole que esta se encontraba cerrada cuando Adela se asomó, Yamil volvió a hablar diciendo que había más casas cerca de la tienda y que llegando a esta sería más fácil ir a la carretera o algún otro negocio pues se hallarían más lejos del parque; tras un par de argumentos más los 5 adolescentes se encontraban con sus respectivas mochilas al hombro en camino a la tienda con Teresa al frente, siendo rápidamente seguida por Adela y Fátima y Yamil y Paola en el fondo; iban a medio camino siendo presas de los nervios cuando Paola escuchó un ruido de hojas a sus espaldas y comenzó a empujar a Fátima y a Adela a que se apresuraran no siendo suficientemente valiente para voltear y perder tiempo valioso comprobando sus pensamientos, Yamil, preso de la confusión volteó encontrándose un hombre de 1.80 aproximadamente de vestir andrajoso y lleno de una mezcla de tierra y lo que maquinaba sería sangre, manos y boca en igual estado que su ropa, carente de zapatos y con una palidez de piel que lo hacía pensar en la carencia de vida, misma que se encontró al conectar la vista con unos ojos inyectados en sangre totalmente grisáceos; soltando un chillido poco masculino alertó a las demás mientras comenzaba a correr lejos de lo que se convertiría en su tormento nocturno de ahora en adelante. Todos comenzaron a correr siendo perseguidos por aquel ser que ya no podía ser descrito como hombre, Adela soltó su mochila de su hombro y la lanzó buscando detener al ser que los perseguía con esmero, siendo rápidamente secundada por Fátima quien dio aviso a sus compañeros de hacer lo mismo logrando tomar un poco de ventaja en su trayecto; faltaba poco para llegar a la tienda así que Yamil se adelantó y comenzó a tocar todas las puertas de su alrededor buscando llamar la atención de alguien que se apiadase de ayudarlos con lo que sea que estuviera persiguiéndolos sin contar que desde una esquina un par de sujetos de aspecto similar a su perseguidor volteaban en su dirección alertados por el sonido que los golpes y gritos generaba; no fue hasta que Fátima escuchó un ruido a su derecha que decidió voltear con la esperanza de encontrar ayuda, agrandando sus ojos al ver a 3 sujetos, 2 hombres y una mujer, dirigirse en su dirección con la misma intención de aquel que ya tenían a sus espaldas, con un grito les indicó a los demás que se dirigieran rápido a la izquierda en camino a la avenida para buscar suerte.
Paola se encontraba cada vez más agotada, sus pasos se estaban volviendo lentos y sus ojos no dejaban de derramar lágrimas de desesperación, Teresa se dio cuenta de esta llegando a su altura para comenzar a jalarla del brazo y alentarla con uno que otro comentario. Esta vez era Adela la que se encontraba a la delantera viendo a los lados buscando ayuda o algún peligro más.
A penas llegaron a la autopista se dieron cuenta que no había nadie, la autopista estaba totalmente vacía a excepción de un par de automóviles mal estacionados en medio del camino, Adela no perdió la esperanza y señaló a una gasolinería cercana, tenía una tienda y era lo mejor que tenían para esconderse, Fátima refutó diciendo que si ellos podían entrar sus perseguidores también podrían romper los vidrios fácilmente a lo que Teresa comentó que podrían subir a las oficinas que siempre están en las gasolinerías donde contaban el dinero y guardaban sus pertenencias los trabajadores, le dio un pasador de sus chonguitos a Adela y le dijo que intentara abrir la cerradura en lo que ellos intentaban distraer a esas cosas; en cuanto llegaron a la gasolinería Adela se adentro en busca de la oficinas mientras Teresa agarraba una pistola de gasolina y la sacudía en círculos buscando detener a sus perseguidores; Yamil se puso a esconderse entre los carros provocando que lo siguieran en círculos por el lugar, Fátima se interno en la tienda lanzándole objetos pesados junto con Paola. Cuando Adela les gritó en aprobación todos corrieron en su dirección entrando a penas al cuarto para cerrar la puerta con seguro de nuevo tirándose al suelo presos del cansancio emocional y psicológico de la última hora de su vida. Pero esto sólo era el inicio de una sarta de acontecimientos que los volvería más unidos a la mala para conseguir sobrevivir en el comienzo de su propio apocalipsis zombie.
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Historias de un bolillo
Historia CortaNo sé, sólo tengo tiempo libre y mucha imaginación