13| DESBORDAMIENTO
Teodora salió del portal abrumada. En Dôr o Gwaith, a pesar de aún haber luz solar, también estaba anocheciendo. Y sin darse cuenta, había llegado al portal que la dejaba en las cercanías de Lejre.
—Mierda. —Maldijo al haberse equivocado de lugar, y es que en ocasiones aún no controlaba del todo sus impulsos al cruzar.
Deprisa, caminó lo más rápido posible hasta llegar a casa; a su nueva casa. Con todos sus sentidos en alerta, caminó pisando las hojas caídas que la conducían hasta Shaun. Su mirada atenta como la de un búho nocturno y sus pasos firmes pisando la tierra como un lobo. Teo oía su respiración agitada y el crujido de las ramas bajo sus pies, cuando un sonido la alertó. Se detuvo durante un momento y miró a su alrededor: era como si alguien la estuviera siguiendo, vigilándola a cada paso. Con el corazón a mil, lo ignoró y siguió caminando, aún con sus sentidos en alerta.
Faltaba poco tramo para llegar a casa cuando, de repente, otra vez escuchó ese sonido. Eran crujidos de ramas detrás suyo, en algún rincón escondido del frondoso bosque. Volvió a pararse a mirar alrededor. En aquel momento lamentó no ir armada, por si acaso.
—¿Quién hay ahí? —pronunció la guardiana, con temor. Pasaron unos segundos en silencio, sin respuesta—. Seas quién seas, sé que estás ahí. —Teo tragó saliva—. Da la cara si eres valiente.
Y otra vez, no hubo respuesta. La guardiana pensó en lo estúpida que podía sonar hablando sola, así que volvió a emprender camino. Pero no dio ni dos pasos cuando una figura salió de entre las sombras y una voz reconocible para la chica habló a sus espaldas.
—Debo reconocer que eres astuta, guardiana. —Owen la había estado siguiendo. Teo se volvió lentamente a ver el rostro del elfo.
—Owen, ¿me has estado siguiendo?
—Puede ser. —Owen se encogió de hombros con soberbia—. ¿Ya regresas de tu mundo? ¿Vienes a visitar a tus amigos? —El elfo de cabellos rizados dio unos pasos hacia adelante, acercándose a la guardiana. Por acto reflejo, Teodora retrocedió—. ¿Por qué retrocedes, guardiana? —habló con arrogancia—. Vamos, no tienes nada que temer. Yo también soy un amigo.
Sarcasmo, reconocible a larga distancia. Teodora, aunque estaba asustada, se mantuvo firme. Se recordó a sí misma que los enemigos son como los perros: huelen el miedo desde lejos, así que no podía darle el gusto de mostrarle lo que él quería. Owen se acercó más y más hasta estar a apenas unos centímetros cerca de la chica. Con la mirada hacia arriba, clavada por primera vez en aquellos ojos marrones que la delataban, Teo se hizo fuerte, aunque le temblaban las manos.
Y durante unos segundos, los ojos de Owen se intercalaban mirando a los suyos. Un mapa de pecas ligeramente visibles sobre la nariz del elfo, la mandíbula marcada. Y de repente, una sonrisa ensanchada a punto de pronunciar algún comentario fuera de lugar.
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CRÓNICAS DE LA MADRE TIERRA : Los mundos de Teodora © (1)
FantasyTeodora Evans nunca imaginó que aquella rutinaria visita a la biblioteca de Montgomery la llevaría por sorpresa a un nuevo mundo y, lo más sorprendente, a descubrir una verdad inquebrantable sobre ella misma. Siendo la nueva guardiana de los mundos...