14 | TEODORA, LA LEAL Y JUSTA
Teodora pisó el firme suelo sintiendo el fuerte bombardeo de su corazón en el pecho. Frente a ella, un niño elfo y su madre se mantenían quietos, mirando a la guardiana perplejos. Teodora trató de mantener la compostura ante la situación.
—Hola —les saludó con nerviosismo.
Antes de que pudieran responder, alguien más habló por ellos.
—Teo. —Tom, el brujo, apareció por detrás de la guardiana.
—Hola, Tom.
—¿Todo bien? —Tom frunció el ceño, mirándola—. Te noto agitada.
—Sí, es solo que... —Teo observó la carga que llevaba el brujo en sus brazos, que sostenía una caja de madera—. ¿Necesitas ayuda con eso?
—Ah, no. —Le restó importancia—. He ido a buscar algunos ingredientes que estaban a punto de agotarse en mi trastienda. Un buen brujo siempre necesita sus recursos —dijo en tono divulgativo y una sonrisa se le dibujó en el rostro—. Oye, ¿por qué no vienes a tomar el té? Nunca hemos tenido la oportunidad de charlar a solas.
—Bueno, es que yo... —Miró en dirección al bosque—. Iba a...
—Vamos —la interrumpió Tom—, solo será un rato. Y, permíteme que lo diga, pero creo que te vendría bien relajarte, querida —dijo alzando las cejas.
—Bueno, supongo que sí que me vendrá bien un poco de distracción. —Teodora se encogió de hombros, aceptando la oferta del brujo.
—¡Fantástico! —exclamó—. Vamos, querida.
La guardiana siguió al brujo con gusto. Durante el camino, el humor de Tom consiguió distraerla de sus preocupaciones. Su actitud despampanante y sus vestimentas extraordinarias llamaban la atención de todos allí. Al fin y al cabo, Tom era el único gran brujo en el pequeño poblado de Lejre. Y a decir verdad, también durante el camino había notado algunas miradas caer sobre ella; al fin y al cabo, era la guardiana.
—Bien, ahora sí. —Tom dejó la caja de madera sobre la mesa de su cocina una vez llegaron a su humilde morada—. Cuéntame qué te pasa, querida —dijo mientras colocaba sus ingredientes recolectados en la despensa.
—Bueno, es que en mi mundo todo se me echa encima —dijo la joven con la mirada perdida en un punto fijo sobre la mesa—. Digamos que soy más sensible a los pequeños detalles que dañan a la Tierra y... ¡Hoy incluso han talado un árbol en el que había un portal! —exclamó—. Ese portal se ha cerrado, Tom.
—Bueno, querida guardiana, debo advertirte de que si un portal desaparece por obra del ser humano o de cualquier otra criatura, siempre aparece otro en su lugar. —Tom la miraba mientras seguía colocando los ingredientes en distintos tarros de cristal—. En otra parte distinta, claro, que lo reemplaza. De esa forma ambos lados se mantienen conectados. La Madre Tierra es sabia. —Le sonrió.
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CRÓNICAS DE LA MADRE TIERRA : Los mundos de Teodora © (1)
FantasyTeodora Evans nunca imaginó que aquella rutinaria visita a la biblioteca de Montgomery la llevaría por sorpresa a un nuevo mundo y, lo más sorprendente, a descubrir una verdad inquebrantable sobre ella misma. Siendo la nueva guardiana de los mundos...