Séptima página: Dragón de hielo.

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Pasaron los días, los días se convertían en semanas y las semanas se convirtieron en un dos meses sin siquiera darse cuenta

En estos dos meses pasaron muchos cambios dentro de la familia del nigromante, asentando se en unas montañas en dios sabe donde la "madre y la hermana" del nigromante pasaron sus días sin siquiera verlo.

No muertos de clase baja, específicamente esqueletos de bajo rango se ocupaban de todas las necesidades que van desde la limpieza, vestuario, comida y por último pero no menos importantes la protección.

Elizabeth odiaba no saber nada sobre lo que una vez considero su hijo, se preguntaba quien o mejor dicho que era lo que se suponía que era su hijo. Emily por otra parte no noto nada y tampoco había vivido lo suficiente para poder leer el pesado ambiente que nació en su nuevo hogar, suponiendo estas una de las ventajas de ser un infante.

Lo días eran monótonos hasta el punto en que pasaban días sin siquiera que lo notaban. Aún con ese estilo de vida en la mente de Elizabeth se plantearon muchas dudad y preguntas.

¿Cómo se obtenían los alimentos o la ropa? ¿Qué eran esos seres que las atendían? ¿Nos atacaran...?

Esa clase de preguntas se formulaban en su mente pero sin importar cuanto intentara encontrar una respuesta no podía y eso la frustraba enormemente, lastimosamente el único que podía aclarar y responder todas sus dudas y preguntas se encontraba encerrado en un cuarto sin mostrar signos de salir de el.

Varias veces intento entrar solo para ser detenida sin siquiera tener oportunidad de tocas la manija de la puerta.

Los días pasaron rápidamente como un simple parpadeo, y otros cuatro meses habían pasado, fueron exiliados en otoño, actualmente se encontraban en primavera, haciendo cálculos Elizabeth supuso que debe ser mediados de noviembre o diciembre, pero no conoce la fecha exactamente.

Un día como cualquier otro Elizabeth y Emily se encontraban desayunando cuando escucharon que la puerta donde se encontraba el nigromante se abría de un golpe.

De ahí salió un niño con el cabello largo y plateado amarrado, sus ojos estaban tan fríos como el hielo y mostraba una expresión que ningún niño debería tener, eso asusto inmediatamente a Elizabeth y Emily mientras inconscientemente se estremecían.

Elizabeth ya estaba preparada para atacar, aunque nunca ha peleado en su vida ¡aún era alguien con un poder clasificado como clase B!. El nigromante al ver esto hablo con una voz tranquila y suave pero sonó como un trueno a los oídos de Elizabeth.

[No cometas ese acción tan estúpida, si albergara algún deseo de terminar con sus vidas ya lo habría hecho. Además mi conciencia acaba de despertar después de un largo tiempo y no deseo arruinar mi buen humor iniciando una pelea]

Al terminar de decir eso el nigromante se sentó en la mesa mientras los no muerto le servían, Elizabeth aún miraba con precaución a la persona que se supone que es su hijo mientras que Emily seguía comiendo sin siquiera comprender lo que estaba pasando...

Con eso el nigromante empezó a comer lentamente mientras saboreaba la comida.

[Como lo había pensado, esta comida no posee si quiera una piza de maná...]

Murmuró el nigromante mientras comía, aunque el sabía que la comida delante de el poseyera maná, aún tenía cierta esperanza en que si la tuviera, pero para desgracia de el eso no fue así.

Los no muertos empezaron a temblar y parecían hojas sacudidas por el viento, Elizabeth no comprendía el porque detrás de esto pero sus instintos le exigieron que no hiciera esa pregunta a toda costa, y siguiendo sus instintos eso hizo.

El Retorno del Nigromante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora