Decimonovena página: La caída de La Aberración.

3 0 0
                                    

Todos los ojos que representaban al mundo estaban puestos no en la aberración, sino que cerca de Andras y Murmur, estas últimas también se preguntaban que carajos estaba viendo el mundo que ellas no.

Pero su tren de pensamientos se detuvo cuando aparecieron dos figuras, la primera tenía un cabellos de color violeta, azul, rojo, verde, negro, blanco y rosado, estaba suelto y medía casi tres metros de largo, parecía contener la vía láctea en el, su rostro era hermoso, ni varonil ni femenino, era pulcro como si hubiera sido creado por Dios.

Sus cejas, sus labios y sus fascinantes ojos rojos que brillaban como las gemas más preciosas que existen lo hacían ver único y hermoso a la vez, su piel estaba mortalmente blanca, él vestía un traje negro que parecía estar hecho de la mejores sedas, tenía las mangas de su camisa arremangadas y sus manos portaban un par de guantes negros.

Su altura parecía rondar por 1.60 metros más o menos. La otra persona parecía similar a la primer persona solo que más joven, si la primera parecía que su edad rondaba los 16-20 años, esta parecía de unos 7-11 años. 

Vestía la misma ropa que el primero con la leve diferencia que la suya era de un color rojo carmesí en lugar de negro. Esta era la verdadera apariencia de Baal, El Monarca de las Almas perdidas, ¿Y la otra persona?, ese persona era Jambiel, La Deidad de Sangre.

Baal mantenía una expresión fría como el hielo, en cambio Jambiel cambiaba de felicidad a tristeza rápidamente, eran un contraste único.

Los ojos de Andras y Murmur se abrieron como platos mientras inconscientemente le dieron una reverencia, Baal las miró por el rabillo del ojo pero solo fue por unos instantes antes de volver a centrar su atención a la aberración, en cambio Jambiel no era tan reservado mientras se reía a carcajadas a costa de ellas dos.

El rostro de Andras se tiño de rojo por la vergüenza e ira, pero no es que pudiera hacer mucho ya que este no era un simple cascarón vacío como se suponía, sino que su cuerpo e instintos le gritaron peligro, ya que delante de ella estaban Baal y Jambiel en su máximo esplendor, sin las limitaciones que su cuerpo físico les imponía, fácilmente podrían acabar con ella si quisieran.

Claro, por obvias razones Baal tenía una clara y grande ventaja a comparación de Jambiel en capacidad de combate en el estado espectral, ya que el era El Monarca de las Almas Perdidas, luchar con o sin cuerpo le daba lo mismo, en cambio Jambiel tenía un poderoso nerfeo de un 30% de su capacidad de lucha y ciertas técnicas le eran imposible emplear en el estado espectral, pero aún así podía lidiar con Andras y Murmur fácilmente.

Pero sin importar cuanto lo pensara Andras, no encontraba el porque detrás de esto, se suponía que Baal era un ser roto y fragmentado que sucumbió a la locura, pero delante de ella estaba Baal en todos sus sentidos sin mostrar signos de eso, además a su lado estaba una copia suya más joven que le ponía los pelos de punta.

Sus expresiones, sus acciones, todo de el gritaba demencia y nada de cordura, en sus ojos podía ver una llama de pasión interminable, algo que Baal no poseía, tampoco podía ver o sentir las almas y el aura de muerte que caracterizaban a Baal, en cambio pudo ver una sed de sangre que parecía interminable.

"Deja de poner ese tipo de expresión, Andras. Si sigues haciendo ese tipo de cosas, dejaras en mal al clan". 

Habló Baal con una voz monótona, Andras chasqueó la lengua por disgusto pero no se atrevió a expresarlo, así que solo lo fulmino con la mirada, algo que Baal ignoró por completo.

"Con que al fin se "sintonizaron", Baal". dijo Murmur con felicidad.

"Si así fue".

"¡Oye! Yo también existo..".

El Retorno del Nigromante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora