Sueños.

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- ¡Abigail!-

La voz sonó como un trueno, Abigail se encogió al escucharla, miró alrededor y no pudo vislumbrar bien, una neblina obstruía su visión. Se sintió aterrada, por alguna extraña razón sus miembros pesaban tanto que no podía moverse. Cayó al suelo. El dolor comenzó a invadirla. Un gemido de dolor quedó atascado en su boca, sus uñas se clavaban en la piel de sus brazos queriendo arrancarla, lagrimas saladas surcaban sus ojos. De pronto se sintió morir, algo la desgarraba por dentro, girándose en el suelo miró hacia arriba, no veía nada. Las lágrimas le impedían ver, su cuerpo ardió en llamas, no podía apagarlas, quería que su papá estuviera aquí. ¿En donde estaban ellos?

¿Mamá? ¿Papá?. Quiso llevar sus pensamientos hacia ellos, no pasó nada, ellos no llegaron. Se quedó inmóvil, logró mover su rostro para escupir la sangre que abandonaba su sistema. Sus venas explotaron, nuevamente el dolor invadió su cuerpo, pudo escuchar como sus costillas se rompían dejándola lacerante y queriendo morir. Echó la cabeza hacia atrás en un grito desgarrador. Aquí terminaba todo.

- ¿Qué está ocurriendo Alastor?- La voz de Tabitha sonaba desesperada, se movía por la habitación sin detenerse ni un segundo, su vista estaba clavada en su hija. Eran las tres de la madrugada y ella y su marido se sentían invadidos por la desesperación.

El cuerpo inerte de su hija yacía sobre la cama, poco antes de las tres, la casa se sacudió con tal fuerza que incluso las lámparas del techo cayeron al suelo por el temblor, Alastor se había puesto de pie de inmediato, buscando algún indicio de peligro solo obtuvo como respuesta el movimiento inquieto de las mascotas de su hija.

- No lo sé bebé- Respondió el.

Por minutos que parecían horas, habían tratado de despertar a Abigail, la pequeña niña estaba cubierta por una capa azul que envolvía su cuerpo como una manta. El mundo se detuvo para el cuándo creyó sentir muerta a su hija, solo tuvo la paz cuando escucho el latir enérgico de su corazón, aun así ella no despertaba. El temblor lo había ocasionado ella misma, había sido tan fuerte que incluso el mismo Lucifer sufrió un paro cuando lo sintió.

Pudo ver las venas dilatadas en el cuerpo de ella. “No es hora de que ella cambie” pensó. Resbaló su dedo por la mejilla pálida de la pequeña.

- Por favor, Por favor Abigail, despierta- La voz de su esposa sonaba extrañamente tranquila, sin embargo el mismo sabía la desesperación tras esas palabras, no quería que Tabitha sufriera, pero era algo que ambos estaban sintiendo.

- Dime que ocurre, ella jamás se había puesto así- Las lágrimas se iban acumulando cada vez más en sus ojos, las limpió de inmediato y clavo la mirada en el rostro de su niña.

- Yo no lo entiendo, Tabby, no sé porque no despierta. –

Quería gritar, los minutos corrían y ella no volvía en sí, se resignó, tomando el teléfono presiono el número de discado rápido, antes del primer toque, el pecho de Abigail comenzó a subir y bajar con lentitud, la manta azulada fue desvaneciéndose lentamente, colgó de inmediato y se alojó al lado de la cama de ella. Tabitha se mostraba igual de sorprendida que él.

Lentamente, Abigail fue abriendo sus ojos, los apretó con fuerza al notar la luz encima de su cabeza, aparto la mirada rápidamente cuando sus pupilas se dilataban.

-¡La luz mami!- Respondió con su voz suave, el alivio comenzó a sentirte. La pequeña se removió en la cama dispuesta a volver a dormirse.

Tabitha miró a Alastor. ¿Qué estaba pasando? Se suponía que al menos ella debería de tener un año para que sus cambios comenzaran. Alastor resopló. Tenia que hablar con su jefe, esto no estaba nada bien. Si los cambios de Abi seguían, corría el peligro de morir en un par de días. 

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Perdon por no haber actualizado, pero la escuela me esta absorbiendo demasiado <-< espero que les guste este capitulo!:) no olviden votar :D

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