-¿Lista?-
- Si, papi.-
- Más te vale, que ese idiota arrogante se comporte, Alastor.- Tabitha resopló ante la mirada divertida de su marido, sabía que no aprobaba que su hija conociera a esa persona y aun así él la estaba llevando. Meses antes del nacimiento de Abigail, ella misma se había visto acosada por ese tipo, y bajo ninguna circunstancia hubiera permitido que se le acercara a su hija, sin embargo, él trabajaba con su esposo, así que debía morder su lengua, apretar el culo y aguantar que su hija le conociera.
- Tranquilízate bebé, él se portará bien, no hará ningún comentario fuera de lugar o sabe que le arrancaré la lengua en cuanto las palabras abandonen su boca.- Rodeó la cintura de su mujer y plantó un beso en la comisura de su boca, ambos duraron unos segundos mirándose antes de que una voz los trajera a la realidad.
- ¿Ya nos iremos, papi?-
Abigail observaba a sus padres con la misma curiosidad de siempre, todos los días se preguntaba de donde salía el amor que sus padres se tenían. Suspirando, cruzo sus manitas, apoyándose dela barra de la cocina balanceó sus piernas de adelante hacia atrás dándoles el tiempo necesario a sus padres para que pudieran despedirse, aun cuando solo serían un par de minutos los que estarían fuera de casa.
- Ya mi amor.-
Tomando a la pequeña en brazos, esperó a que Tabitha hiciera su ritual, él gozaba de ese ritual, ella acostumbraba a acariciar las mejillas de Abigail, deslizaba sus dedos hasta sus labios y daba un beso en su frente, ambas sonreían mientras se miraban fijamente.
¿Acaso podría pedir más de lo que ya tenía? Estas dos mujeres, eran su vida misma, las amaba. Suspirando, abrazó a Abigail, dándole una sonrisa a su mujer, desapareció con la pequeña en brazos.
Abigor se encontraba postrado en su sofá favorito, maldecía en voz baja al saber que uno de sus compañeros vendría a visitarlo, como duque que era, odiaba que otros demonios pusieran su asquerosa presencia en su casa, pero no tenía otra opción, Alastor era demasiado poderoso, y contra él, nadie podía, por algo era la mano derecha de Lucifer “su az bajo la manga”, az o no, no soportaba que alguien más, que no fuera su rey, le diera órdenes. Gruñó aún más cuando sintió la variación en el aire, indicándole que pronto llegaría.
Presionó la copa que sostenía en su mano que el cristal crujió bajo su agarre. Se tensó al escuchar una risa melódica. Carajo. ¿Desde cuando Alastor tenía la voz tan aguda? Mordió su lengua antes de decir lo que pensaba en voz alta, hasta que escuchó nuevamente la risa proveniente detrás de él.
Girándose, sus ojos se abrieron de par en par, Alastor sostenía a una pequeña de aproximadamente 4 años, el cabello cobrizo igualado al de Alastor caía en suaves ondas sobre sus hombros, sus ojos eran enormes e incluso desde donde él se encontraba podía notar como sus pestañas sobresalían, el color azul en sus pupilas era impresionante, sin duda alguna, cuando creciera sería todo una belleza que admirar y desear.
- A ver, imbécil, ven a conocer a mi bebé.- Demandó Alastor mientras peinaba un mechón de cabello de su hija. – Esto es un puto congelador-
La pequeña observaba con curiosidad al hombre al que su padre se dirigía, era completamente diferente, aunque realmente no tenía con quien más compararlo. Era del mismo tamaño que su papá, pero su color era diferente. Hundió su ceño al recordar que su prima Marissa lo tenía igual que él. Rubio. Recordó. Vestía una playera blanca que revelaban sus músculos bien formados al igual que tatuajes en la piel de él, sus papás también tenían tatuajes. Mami tiene un sol en su pierna, pensó.
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Que nadie lo sepa.
RomanceAbigail, hija unica de un Demonio muy poderoso y una bruja. Ambos la protegen siendo su mas preciado tesoro, alejandola de los hombres y aquellos demonios dispuestos a morir por asesinarla. Abigor, grosero, engreido, y un demonio solitario, amigo...