Todo comienza.

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- Yo tenía entendido que había demonios que crecían rápido… sin duda alguna, tú sobrepasaste los límites.-

Abigail hundió su ceño, últimamente le estaban incomodando todo tipo de frases como esas, si, había crecido más de lo normal, incluso su padre hizo una mueca de desaprobación cuando notó el busto algo exagerado que se le había formado de un día para otro, sin duda, eso era heredado de su madre.

- Puedes cambiarte de blusa, si así lo prefieres.- Fue lo que Alastor dijo en cuanto ella bajó las escaleras con una blusa de manga larga demasiado ceñida a su cuerpo.

Estaba odiando su nuevo cuerpo,  cuando entró a inscribirse a la escuela de arte, empequeñeció ante las miradas lascivas que le dedicaban los hombres.

Naturalmente, su padre hacía que la mirada de todos se desviara, bastaba con ver la mueca en su rostro, hacía que te lo pensarás no una, sino 5 veces, antes de voltear a verle.

- Cierra la boca, Seb.-

Su primo, hermano mayor de Gemma, se encontraba en la sala tumbado en el sofá, una sonrisa burlona estaba impresa en sus labios, habían decidido salir al Club que estaba de moda, querían celebrar que ella y Gemma habían crecido ya.

Ellas estaban encantadas con la idea, en cambio Sebastien, se veía bastante entusiasmado, sus ojos expresaban muerte a cualquiera que se atreviera a tocarlas o siquiera dirigirles la palabra a una de ellas.

- ¿A dónde crees que vas con ese vestido?- Tabitha apareció en ese momento, Sebastien contuvo la risa al ver la expresión en el rostro de su tía, se le veía molesta. Aunque no sabía bien porque, tal vez fuera que el vestido que Abigail usaba, apenas y cubría su trasero, y peor aún, dejaba entre ver sus pechos.

- Pues, voy a un club, con Sebastien y Gemma. ¿No te dije?- Abigail mordisqueaba su labio, estaba segura de haberle dicho a su mamá, a quién no le dijo, fue a su padre, quien pondría algún hechizo en la casa impidiéndole salir.

- Si, pero pienso que está muy largo ese vestido.-

¿Qué cosa había dicho? Sebastien se sentó de golpe. ¿Largo? ¿Largo de dónde? Esa cosa no podía llamársele vestido, definitivamente no era un vestido.

-Tía, creo que así está bien, de todos modos, nadie va a tocarla, para eso voy yo.-

- Lo cual, no sé si es algo bueno o malo- Tabitha rió, la expresión en el rostro de su sobrino la divertía, era idéntico a Santiago.

-Estoy con mi tía.- En ese momento, Gemma hizo acto de aparición. Las 3 mujeres se giraron notando el gruñido que quedó atascado en la garganta de Sebastien.

-Tu. Quítate. Ese. Vestido.- Gemma sonrió, sabía que era la manera de hablar de su hermano, cuando algo le molestaba. Su vestido no tenía nada, era decente si lo llegaban a comparar con el de Abigail.

- Si no muestro, no vendo.-

-No venderás nada, a cambiarte.- Respondió Sebastien.

-No sé para qué, iremos contigo, nadie va a tocarnos, para eso vas tú.-

Abigail sonreía triunfal. Había dejado a Sebastien sin argumentos, era lo que más le molestaba al chico.

-Bien, pero si papá pregunta, te fuiste con un hábito de monja. ¿Entendido Gemma?-

Ambas sonrieron. Tabitha miraba a las pequeñas que tenía frente a ella, sin duda alguna, ya no eran pequeñas. Gemma lucía bellísima, su cabello castaño rojizo caía en ondas sobre sus hombros, tenía ese rostro de duende, que sin duda alguna, pertenecía a su madre, Sebastien tenía razón al estar molesto en su manera de vestir, su vestido floreado apenas y cubría sus muslos, pero aun así, no dejaba de ser bella.

Por otra parte, estaba Abigail, su linda y preciosa niña. Ahora entendía porque Alastor se sentía perro rabioso cada que algún demonio le hacía un comentario sobre su hija. Abigail podría pasar por ser el doble de Tabitha, solo que con el cabello de otro color. Para tener la edad que tenía, el cuerpo de una mujer era el que portaba.

-Entendido- Resopló Gemma.

-Bien, vámonos.- Sebastien caminó hacia la puerta, se detuvo un segundo y sonrío. –No necesitamos el coche.-

-Que regresen sanas y salvas, Sebastien.- Tabitha dio un gemido, odiaría tener que explicarle a Alastor el que su hija tuviera algún raspón o algo semejante.

-No te preocupes mamá, volveremos sanas. Relájate.-

Relájate, si como no. No podría hacerlo mientras su hija, menor, con apenas meses de edad, portando un vestido que cubría apenas un trasero bastante llamativo, anduviera suelta por la ciudad, con unos semi-dioses por compañía. ¿Desde cuándo los demonios se relacionaban con dioses? Era un mundo raro, sin duda alguna.

Antes de que Tabitha pudiera alegar, recibió un beso en la mejilla. Suspiró y miró la estela dorada  y plateada que  anunciaba la partida de los dioses  y su hija.

Carajo, estaba rezándole a todo santo que se le venía a la mente, rogándoles porque todo saliera bien.

No quería morir, aun peor, no quería que su esposo fuera el que tuviera las ganas de matarla.

Casi podía ver la noticia en primera plana del periódico.


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Otro capitulo! Muy corto >.< pero como dije, estoy en examenes, y la escuela absorve mucho x_x Paciencia porfavoor! GRACIAS por sus votos!:D me hacen muy feliz  con todos ellos y me alegra saber que les gusta la historia:) Espero disfruten de este capitulo:D

Que nadie lo sepa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora