19. Eterna

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¿Sabéis esa sensación de plenitud, cuando consigues algo que llevabas ansiando mucho tiempo? Esa emoción que te inunda, llenando el inmenso vacío que la añoranza había creado.

Esa sensación invadió mi cuerpo aquella mañana, al despertar y sentirla a mi lado. Sentirla conmigo después de tanto tiempo, después de tanto soñar, después de tanto soñarla... Era como si mi alma hubiese recuperado un pedacito perdido.

No podría describir en palabras lo inmensamente feliz que me sentía... Porque sencillamente no existen palabras para decir lo que se siente al encontrar a tu mitad, a esa que creías perdida para siempre.

Con el mayor cuidado que pude me recoloqué en la cama, sintiendo su olor golpearme al instante, paralizándome por completo. Era increíble lo mucho que había extrañado su olor... Es que su recuerdo perduraba intacto en mi memoria.

Abrí los ojos con cierta pesadez, que se desvaneció nada más ver su rostro. Verla dormir siempre había sido una de mis cosas favoritas.

No pude resistirme a acariciar su mejilla con el dorso de mi mano. Traté de hacerlo lo más suave posible, pues lo último que quería era despertarla de su plácido sueño.

Tras varios minutos de suaves y delicadas caricias, mi mirada decidió recorrer su figura. Tumbada a mi lado, se veía la persona más perfecta del planeta. Los rayos de luz que se colaban por la ventana golpeaban su piel haciéndola brillar... Sin lugar a dudas, era una obra de arte digna de admirar.

Me permití a mí misma dedicar el tiempo necesario para observarla entre sueños, pero Ana parecía tener otros planes. Fueron escasos minutos los que la canaria tardó en comenzar a removerse incómoda, avisando de su inminente despertar.

Sonreí enternecida al ver como luchaba por abrir los ojos. Lo logró, abrió sus preciosas lagunas café con dificultad, sonriendo al verme ante ella.

-Buenos días- susurró acortando la poca distancia que separaba nuestros cuerpos, acurrucándose en mi pecho y rodeándome en un suave abrazo

-Buenos días- respondí, acompañando mis palabras con unos cuantos besos sobre su pelo. -¿Qué tal has dormido?- pregunté en un susurro, acariciando la piel desnuda de sus brazos con la yema de mis dedos.

-Muy bien- habló sobre mi cuello, haciendo que su cálido aliento chocase contra mi piel, estremeciéndome. Noté su sonrisa sobre mi clavícula, dejando también un casto beso sobre ella antes de devolverme la pregunta -¿Y tú?- susurró de nuevo, pero esta vez con intención, volviéndome a estremecer al sentir su aliento.

Sabía que las reacciones de mi cuerpo ante ella no pasaban desapercibidas, me conocía lo suficiente como para reconocerlas. Y no solo eso, sabía perfectamente que hacer para provocarlas.

-Hacía mucho que no dormía así de bien- Confesé sincera. No había nada mejor que dormir a su lado, estaba completamente segura de ello.

Ana volvió a sonreír sobre mi piel. Dejé un último beso sobre su pelo antes de llevar mis manos a sus mejillas, separado su rostro de mi cuerpo y obligándola a mirarme.

Sus ojitos cansados conectaron con los míos, iluminándose al instante y haciéndome sonreír como una estúpida.

Los ojos de Ana se deslizaron desde mis ojos hasta mis labios, mordiéndose suavemente los suyos al clavar la vista en mi sonrisa.

-Ana...- me quejé, captando de nuevo su mirada –No hagas eso- le pedí rozando mi dedo pulgar sobre su labio inferior, liberándolo del agarre de sus dientes.

-¿Por?- preguntó sin ápice de inocencia.

-Porque me descentras... y es muy temprano- confesé, negando levemente con la cabeza al ver como volvía a atraparse el labio entre los dientes –¡Oye!- me quejé haciéndola reír.

El perfume ~una estúpida historia de amor~ {Warmi}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora