7. Espera

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La espera más larga de mi vida, podría jurar que había sido aquella. Aquella en la que pasé la noche en vela esperando una respuesta de Ana, esa respuesta que parecía no llegar nunca.

Juraría haber dormido a duras penas unas pocas horas veladas, el más mínimo sonido me alertaba obligándome a revisar las notificaciones de mi teléfono para acabar decepcionada una vez más.

Por más que tratase de alejarla de mi mente no podía, por más que tratase de restarle atención a su inexistente respuesta no lo lograba. Era imposible.

Allá hacia las 6 de la madrugada, cuando ya me había rendido un millón de veces, la pantalla de mi teléfono se iluminó mostrando una notificación emergente

Sabía de sobra que la notificación sería alguna tontería de Instagram, pero aun así abrí los ojos con desgana pero aún esperanza y tomé el teléfono observando con dificultad.

Era Ana. Al ver su nombre reflejado en la pantalla salté sobre la cama quedando sentada en posición de indio y procedí a leerla con detenimiento.

"En el Templo de Debod en media hora"

Vale, al menos sabía que estaba dispuesta a hablar

Me levanté de la cama casi volando, cogí un abrigo y me lo puse sobre el pijama, que era una camisa de las spice girls y unas mallas de algodón negras, me puse las primeras zapatillas que encontré, me lavé la cara, me recogí el pelo en una coleta despeinada y llamé a un uber. Salí de mi habitación cogiendo las llaves del mueble del recibidor, las guardé en bolsillo izquierdo del abrigo junto a mi móvil.

Antes de salir avisté una caja de tabaco sobre la encimera de la cocina, la cogí sin pensarlo y salí del apartamento. El uber tardó escasos minutos en llegar y gracias a que no eran más de las 6:30 de la madrugada, el tráfico de Madrid era casi inexistente y no tardamos prácticamente nada en llegar.

Me bajé del coche agradeciendo al conductor y miré mi móvil, Ana no había escrito nada más, volví a guardarlo y saqué la caja de tabaco.

Yo no solía fumar, de hecho lo había dejado hacía varios meses, pero en una situación como esta se me hacía difícil evitar el instinto de dar una calada a una colilla.

Tomé entre mis dedos la primera colilla de la cajetilla y con el mechero encendí el cigarro entre mis labios. Había olvidado cómo se sentía el humo correr por mi garganta y en aquél momento, fue lo mejor que había sentido en toda la madrugada.

Avancé temerosa hasta el primer banco que avisté, no me senté, tan solo me quedé parada frente a él sintiendo el frio golpear mi rostro. Los nervios golpeaban mi estómago con fuerza haciéndome temblar de pies a cabeza. El cigarro comenzaba a agotarse, di una rápida calada para tranquilizarme y justo cuando mis pulmones expulsaban el humo de mi cuerpo, sentí como alguien ponía su mano sobre mi hombro.

Giré sobre mi misma para ver a Ana, allí bajo la luz de la luna, completamente despeinada, con la cara congestionada, los ojos rojos y un rastro de lágrimas desde estos hasta su barbilla, el rastro de lágrimas era acompañado de rímel y el color rojo de sus mejillas era casi el mismo que el de su jersey.

-Hola- susurró bajando la mirada sutilmente

Aproveché su gesto para dar la última calada al cigarro y armarme de valor. La colilla cayó al suelo al mismo tiempo que su rostro volvió a alzarse clavando su mirada en mis labios, quienes soltaban lentamente el humo de aquella última calada que no había terminado de relajarme lo suficiente.

-Hola- suspiré tomando una bocanada de aire que seguía sin calmar mis nervios

Era absurdo, ya ambas sabíamos lo que sentíamos, ya habíamos hablado la parte más difícil, pero seguía pesando el miedo al rechazo.

El perfume ~una estúpida historia de amor~ {Warmi}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora