11. Ebria

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No nos dirigimos la palabra mientras nos preparábamos, ni mientras cenábamos... era horrible, pero supongo que el orgullo de ambas reinaba en la situación. Ninguna quería dar su brazo a torcer en nuestra primera "pelea".

La que peor lo estaba pasando era, sin duda, María. Ella se mantenía al margen de nuestras movidas, pero teniendo en cuenta que se podía cortar el ambiente con un cuchillo, dudo que estuviese cómoda.

-¿Vamos en coche o pedimos un taxi? La discoteca está como a veinte minutos andando, así que lo de ir a pie no es una opción- habló Ana rompiendo el silencio

-Hombre, yo diría que en uber o taxi por si nos pasamos con las copas ¿no?- Podía notar el nerviosismo en la voz de María, no estaba a gusto y eso me hacía sentir fatal, porque ella no tenía la culpa de mis problemas con Ana.

-Sí, lo pido ya mismo. Recojo esto y voy a por mí móvil para pedirlo- hablé recogiendo mi plato y ausentándome para dejarlas en un ambiente más cómodo, al fin y al cabo ellas se conocían de toda la vida, la que sobraba allí en aquél momento era yo

Pedí el uber y a los diez minutos ya nos encontrábamos sentadas en el vehículo, rumbo a la fiesta de mi amigo.

-Estoy un poco nerviosa... no tenía que haber aceptado- murmuró Ana mientras jugueteaba con sus manos, tratando de calmar su nerviosismo.

Ana estaba sentada tras el conductor, María en medio y yo en el lado derecho de la parte trasera. Sí, estábamos usando a María como escudo para mantener cierta distancia entre nosotras, y no empeorar las cosas en caliente, para acabar asumiendo que la "discusión" se nos había ido de las manos.

-Ana lo vas a hacer genial, además vas guapísima tía, va a salir todo de puta madre- sonrió María

-Tengo miedo de que me salga mal y hacer el ridículo delante de gente importante- se sinceró la canaria

-En todo este tiempo no te he visto hacer nada mal... dudo que lo hagas esta noche- hablé mientras perdía mi mirada a través del cristal

No me hizo falta verla para saber que Ana esbozaba una sonrisa inmensa, la conocía lo suficiente como para saberlo con certeza.

Llegamos a la discoteca y pude sentir como empezaba a azotar el bajón al verla prácticamente vacía

-Vaya fiestón...- ironicé mirando a mi alrededor al llegar al reservado. No exagero, éramos literalmente diez personas; Miriam, Ana, María, Luis, Ricky, Yo y un par de personas a las que no había visto en mi vida

-¡Mimi!- Miriam llamó mi atención desde la barra abriendo los brazos en busca de un abrazo, sin dudarlo, me acerqué a ella para abrazarla y dejar un sonoro beso en su mejilla

-Leona ¿Qué guapa vienes tu hoy, no?- sonreí levemente al escuchar su risa

-Pues como tú nena, como se nota que soltera... no estás- rio a lo que yo apreté los labios, no me apetecía hablar de eso precisamente

-¡Camarera!- alcé levemente la voz llamando su atención -¿Patri?- pregunté confusa al tener frente a mí a dicha camarera

-¡Mimi! cuanto tiempo...- exclamo sonriente y animada -Desde navidad creo... ¿Te acuerdas? Nos vimos en el centro comercial- sonreí falsamente al escucharla, la noche iba de mal en peor -¿Qué tomas? Invita la casa- sonreí falsamente de nuevo, porque tampoco era gilipollas, no iba a rechazar una copa gratis por mas que no me agradase de quien provenía.

–Un gin-tonic cargadito- le pedí en lo que fue casi una súplica

-¿Quién es esa?- preguntó Miriam curiosa cuando Patri se había alejado para preparar mi bebida

El perfume ~una estúpida historia de amor~ {Warmi}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora