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🎬Narrador omnisciente:

Sus ojos castaños observaban a su alrededor, fijándose en todos los preparativos que estaban a punto de finalizar. Esperaba con paciencia y seriedad a que la pasarela empezara, y que todas sus compañeras terminaran de prepararse y vestirse con los vestidos más elegantes y hermosos que podían haber hecho en esa temporada.

Los bellos de su nuca se erizaron nada más sentir el repentino viento chocar contra su nuca, girándose con rapidez y encarando a la mujer rubia de ojos marrones. La sonrisa en su rostro le tranquilizo, girándose por completo y esperando a que la chica terminara su saludo extraño.

-¿Nervioso?-Pregunto con un deje de inquietud, agarrando con poca fuerza los hombros de Haiden-

-No mucho, y por lo que veo tu si-Sonrió con burla, observando los pequeños temblores que las manos de Lilly creaban-

Lilly Henderson era una chica encantadora, fiel y amable. Había llegado hace un par de meses como recomendada desde Londres a la empresa en la que Haiden trabajaba, y al ser nueva, siempre pensaba que lo iba a hacer mal y que algo iba a estropear a mitad de camino en la plataforma. Haiden siempre le tocaba animarla y calmarla de todos los nervios que le recorrían de por medio. Y aunque lo consiguiera y la pasarela saliera genial, sabía que a su amiga Lilly le pasaría lo mismo cada vez que tuvieran que trabajar frente a otras personas.

-Oye Lilly, mírate en el espejo-La agarro del brazo, llevándola hasta el mueble más cercano y haciéndole mirarse en el reflejo-Eres la chica más hermosa que podía haber conocido de entre todas las que están aquí-

Cabello blondo que caían con lentitud sobre su espalda, siempre brillando bajo los focos de la belleza. Esos ojos grandes y algo achinados le calaban hasta el alma nada más esos ojos marrones café le miraban con emoción y admiración. Su figura era buena y cada vestido o prenda que la empresa le hacía vestir, era una ropa más que se ajustaba a su cuerpo, creando a la mujer más hermosa de toda la empresa. O al menos esa era la opinión de Haiden.

Bien sabía que no se llevaban más de dos años, pero incluso siendo él el menos de los. Trataba a la rubia como una hermana pequeña.

-Y que esto quede entre nosotros dos-Se acerco a su oído con cuidado, teniendo que ponerse de puntillas. Miro de reojo a su alrededor, en busca de que nadie los pudiera oír-Todas las chicas que están aquí son todo kilos y kilos de maquillaje. Y una que otra cirugía-

Obviamente lo había dicho de broma, pero escuchar la risa escandalosa de su amiga le había alegrado el día, sonriendo mientras veía reír a su amiga de orbes castaños. Observo como algunas mujeres a lo lejos los miraban raro, pero le dio igual, estaba a gusto con saber que su amiga se había mejorado de su estado de nervios.

Cuando estuvieron más tranquilos se miraron los dos al alto espejo delante de ellos, observando el conjunto diferente que los dos vestían. No se quejaban con lo que llevaban puesto, pero obviamente preferían llevar otra cosa menos incomoda.

Oyeron la voz de la representante a lo lejos, dándose un último abrazo y dirigiéndose a la fila que determinaba en orden en el que iban a salir. Haiden todavía flipaba por lo que le pagaban solamente por salir a un pasillo y camina ida y vuelta. Bien sabía que las pasarelas de moda solamente servían para dar a conocer el talento de un diseñador y una marca de ropa. Y aunque a pasarela no duraba ni quince minutos, agradecía no tener que salir en los diferentes shows, porque si no tendría que aguantar un día lleno de caminatas sin sentido alguno.

Agradecía haber conseguido trabajo tan fácilmente, pero lo menos que quería era quejarse inconscientemente en voz alta y que todo se fuera al carajo. Nunca había experimentado lo que eran los nervios mientras hacia su recorrido, por lo que pensar que ahora se iba a equivocar y lo iba a echar todo a perder, tampoco era un pensamiento que le importase mucho.

¿𝐐𝐔𝐄́ 𝐏𝐀𝐒𝐀𝐑𝐈́𝐀 𝐒𝐈...? . 𝐓𝐎𝐊𝐘𝐎 𝐑𝐄𝐕𝐄𝐍𝐆𝐄𝐑𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora