🎬Narrador omnisciente:
Aquel túnel era sombrío. La luz tenue del día no llegaba ni a iluminar el camino recto que lo llevaría al otro lado del camino. Los filos de las paredes estaban sucios. Llenos de basura y humedad. Los barrotes que aguantaban aquellas bicicletas estaban oxidados y algo antiguos, pero aún así resguardaban los vehículos con seguridad.
El ruido de afuera no llegaba a sus odios , pero el silencio que reinaba en aquel espacio le ponía los pelos de punta. Su chaqueta cubría sus delgados brazos, y sus manos blancas y delicadas se escondían en los bolsillos de su abrigo. Sus orbes marrones miraban fijos a la persona delante de ellos. Tanto tiempo sin verla, y aún así seguía con la misma mirada penetrante y horripilante. Aquellas canicas amarillas como el oro lo observaban fijamente, y su cuerpo inconscientemente se intentaba esconder tras la musculosa figura de su acompañante de trenza.
El bate tras su espalda no estaba esta vez. Tampoco creía tener que utilizarlo con aquel sujeto. Además que uno de los pinchos se había salido de su lugar y no quería arriesgarse a que algo más se descolocara.
Su cabello teñido de lila estaba recogido en una coleta baja, dejando que varios mechones cayeran delicadamente sobre su rostro. Tan pálido y lindo como lo recordaba el de mechas amarillas. Tan bonito y tierno
Draken esperaba en silencio a que Kazutora llegara delante de ellos. Observando de reojo la figura de Haiden intentar huir desesperadamente de aquella mirada tan juzgadora y llena de ideas desconocidas para los dos. Las pisadas cesaron nada más el teñido pato su andar. Colocándose las manos en los bolsillos y esperando que alguno de los dos adolescentes hablarán y contarán porque necesitaban su estadía allí
-¿Porque de repente me han llamado aquí?-
La verdadera razón por la cual estaba aquí era simple. Draken quería hablar con el sobre un tema totalmente desconocido para Haiden. Pero decidió acompañar al más alto porque no tenía otra cosa que hacer. Y lo menos que quería era estar en su casa. Alrededor de un ambiente tan agobiante.
-Ha pasado un buen tiempo, Kazutora-Draken empezó su discurso, dando un paso hacia delante-¿Qué tal si solo terminamos con esta disculpa?, tu sabes que no estaría contento si ganamos o perdemos contra ustedes. Pero quiero saber el porqué le tienes tanto rencor a Mikey-
Haiden se tenso notablemente en su lugar. Queriendo esconderse en las sombras de aquella pared y poder desaparecer de aquella charla tan incomoda. ¿Sabía aquella respuesta?, ¡por supuesto que si! Incluso podría decirme que hasta el mismo podría hacérsela contado a Ken. Pero estaba tan distraído y metido en sus pensamientos que no pensó en aquella solución más fácil.
-Incluso Mikey hizo un muy buen testimonio a tu favor. A cambio de eso, tu estuviste menos tiempo en el reformatorio-
Haiden solamente quería callarle la boca a Draken. En esos momentos no sabía si tenía razón o solamente estaba soltando mierda falsa de entre sus labios. Pero recuerdos no paraban de llegar a su mente. Y la cabeza le estaba empezando a doler.
-Mikey ignoro sus propios sentimientos...-
-Cállate...por dos años...por esos valiosos dos años que estuve encerrado en el reformatorio. Yo ya no soy el que era antes...-
-Me voy de aquí...-
Su voz salió casi como un susurro, pero suficiente como para que los dos lo oyeran. Kazutora dio un paso al frente, encarando al pequeño cuerpo de Haiden. Seguía siendo más bajo que él, y aquellos ojos que siempre estaban llenos de felicidad e inocencia. Ahora estaban repletos de miedo y pavor. Inundados en soledad y tristeza. No había ningún brillo, no encontraba signos de emoción ni alegría por volver a ver a su mejor amigo de la infancia. Kazutora no lo soporto, y agarro las hebras de Haiden con fuerza. Acercandolo hasta juntar frentes con fuerza.
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¿𝐐𝐔𝐄́ 𝐏𝐀𝐒𝐀𝐑𝐈́𝐀 𝐒𝐈...? . 𝐓𝐎𝐊𝐘𝐎 𝐑𝐄𝐕𝐄𝐍𝐆𝐄𝐑𝐒
FanfictionMirar aquel papel en sus manos le hacía doler la cabeza. Se mordía el labio con desesperación y su pierna rebotaba sobre si misma en un tic nervioso. Era la primera vez que le despedían de un trabajo, y más de uno que le pagaba lo suficiente como p...